Con alegría sincera y extrañada abro el paquete que me acerca Correos el día de los Inocentes remitido desde Valladolid por mi amigo José Delfín Val, salmantino pero vallisoletano adoptivo de hecho, vida y derecho, contador de historias del pueblo liso y llano que le hacen ser casi el Tostado de estos menesteres.
La letra del sobre y la firma de Pepe Delfín siguen teniendo para mí carácter de reverencia, aprecio, sombrerazo y venia, por lo que la reticencia del día señalado para bromas y cuchufletas se me esfuma entre los dedos. Abierto el envoltorio, un libro titulado «Historias notorias de Valladolid» y una tarjeta con un abrazo y la rúbrica del académico.
Se me alegra la pajarilla y esbozo una sonrisa recordando al hombre con el que compartí en algunas ocasiones programa de radio en la Voz de Valladolid e idas y venidas culturales con historias de mi pueblo que él siempre me escuchaba con respeto y gusto.
Prácticamente en unas horas repaso todos y cada uno de los 89 relatos recogidos y que fueron publicados por el periódico El Mundo de Valladolid. De esta manera las «flores de un día» que son los artículos aparecidos en la prensa, quedan grabados, soportados y reunidos en una colección estupendamente editada por la Editorial de Urueña S.L. Castilla tradicional.
José Delfín que no sigue la norma de cabecera del literario «El Mirlo» soltándose los domingos y achantándose el resto de la semana es un personaje singular para la historia más popular y periodística de Valladolid, marca precisamente una época en la ciudad del Pisuerga de esfuerzo, trabajo, profesionalidad e investigación, dando ejemplos constantes a los demás como el comentado.
Escribe sobre toros porque él se puso delante de una vaca, cuando joven, allá por su tierra de Salamanca, donde Arranz o en casa de Alipio o de Antonio Pérez. Y sabe lo que dice y a qué se refiere. Así me ha gustado sobremanera releer la becerrada de los carniceros de 1909, el toreo es baile o el toro de la Vega de Tordesillas, las hazañas ecuestres del indio Raimundo o el apunte sobre la ganadería de Raso de Portillo. Y también escribe de todo, sea divino o humano. En fin un ramillete de flores que mágicamente han echado pétalos nuevos, fragancia del tiempo y divulgación persistente.
«Las historias notorias de Valladolid» son lectura rápida y recordatorio ameno vallisoletano y han sido para mí el mejor regalo de Navidad de un amigo que sé me aprecia y estima. Por eso lo recomiendo desde aquí. Gracias, Pepe Delfín y que Dios te proteja.
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