El torero de Galapagar hoy ha barrido en Francia todas y cada una de las estadísticas, de los datos, de los apuntes y de las manifestaciones taurinas tan necesitadas de un tiempo a esta parte en España. El libro de las leyendas toreras ha incluido la página escrita en Nimes con letras de oro.
José Tomás ha sido el brillo mañanero del sol torero en Nimes. Se anunció con seis toros de distintas ganaderías a los que cortó diez orejas y un rabo para salir por la puerta grande, donde le esperaba una multitud que lo aclamó, lo reverenció, lo estrujó, lo aplaudió y lo vitoreó hasta casi el paroxismo .
El primero, uno de Victoriano del Rio salió de la plaza sin las dos orejas y lo mismo sucedió con el segundo, de Jandilla, al que toreó con suavidad, con su clase y con la estética y postura del diestro de Galapagar y además le recetó una estocada de las inolvidables para quien lo vio, de las de matar o morir, vaya. Luego vendría el de El Pilar fue el tercero en suerte para el diestro madrileño. Al cuarto de Parladé y ante el público enfervorizado, José Tomás estuvo cumbre al natural y con los pies juntos, indultando al animal. El quinto toro, de Garcigrande, fue bueno aunque perdió fuelle en el último tercio. Estocada hasta la bola y otras dos orejas. Por último, salió el sexto toro con el hierro de Victoriano del Río que resultó algo parado, pero el arrimón fue de los de órdago.
Lástima que tantos y tantos aficionados que esperaban este año su vuelta a los ruedos, su actuación, su presencia porque quieren ver su toreo una vez más, se hayan tenido que conformar con seguir su gesta francesa en Nimes y antes en Badajoz y Huelva donde su profecía se hizo realidad, a través de los medios de comunicación, de grabaciones de amigos y de fotografías, de crónicas y de opiniones.
Yo quiero hablar por esos aficionados silenciosos, callados que siguen la fiesta y su evolución, que se emocionan, que participan, que trabajan, se esfuerzan y fomentan la fiesta y ponen de su parte lo mejor de sí mismos para engrandecerla, entregando su dinero por una entrada a una plaza de toros y que, esta temporada, desgraciadamente solo un grupo espigado y elegido de franceses y españoles ha podido ver en directo a este fenómeno de la tauromaquia, tan apreciado y encumbrado que se le considera la revolución de la fiesta de los toros en estos últimos años.
Con haber actuado solo tres tardes esta temporada, bien es verdad que a revientacalderas y con la chequera al máximo rendimiento económico, sin cámaras de televisión en directo, al considerar que su imagen no debe ser divulgada ni manoseada, cuando la fama exige que quienes la dan tienen derecho a disfrutar siquiera unos momentos del contacto con su ídolo, José Tomás no será recordado por su celo, respeto y cariño hacia los aficionados a la fiesta de toros, sino por su valor impávido, el riesgo y tener una abultadísima y merecida cuenta de las taquillas que inciensan a un torero único e irrepetible, consagrado ya para siempre en los anales de la Tauromaquia. Aunque en esta nueva etapa Bilbao, Sevilla, Pamplona, Zaragoza, Madrid…no hayan podido ver al diestro jugando con sus toros.
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