A medida que avanza el tiempo y las personas se adentran en un ámbito desconocido por ellas hasta ese momento, el significado de las cosas adquiere matices y aspectos merecedores de analizar para comprender mejor.
Tengo por buenos amigos desde que ellos mismos se embarcaron en una empresa dedicada a los festejos taurinos como medio de vida, tras su paso profesional por esos lares del mundo del toro, a Mariano Jiménez y a José Ignacio Ramos. Ambos, junto a mi entrañable y apreciado Luis Miguel Rodríguez González, mucho antes que diera el paso hacia la organización y desarrollara su trabajo administrativo y económico en la empresa, pusieron en marcha la mercantil «Espectáculos taurinos y gestión«, llevando y trayendo toros, toreros y festejos por pueblos y ciudades, abarcando un espectro cada vez mayor, creciendo cada temporada y mejorando su cuenta de resultados.
Hoy mismo, tras la marcha de su representación del diestro burgalés Morenito de Aranda, al que dejaron encauzado en el mejor camino posible, bien es verdad que tras el arrojo y la torería demostrada por el diestro en la feria pasada de San Isidro de Madrid, sin que la semilla sembrada naciera lozana y reventara en una explosión de éxitos y contratos, con un rictus de desilusión y amargura propio de las vicisitudes de una vida que nunca es camino de rosas sino de dificultades y continuo aprendizaje. Hoy mismo, digo, se formaliza el contrato de apoderamiento exclusivo del diestro francés Juan Bautista que una vez andada la noticia ha dicho «Va a ser una temporada bonita y esperemos que sean varias. Estábamos en contacto desde hace algún tiempo y era una de las varias posibilidades que me ofrecieron en estos meses. Mariano y José Ignacio me transmitieron mucha confianza. Son gente que conozco desde hace tiempo -me contrataron varias veces en sus plazas- y su proyecto y sus ideas me convencieron».
Juan Bautista que cuenta con extraordiario predicamento y valor, ganado tarde a tarde en el ruedo, de los cosos franceses, sin olvidar tampoco las tres puertas grandes de Madrid que avalan su carrera, está esperanzado y contento con esta nueva situación profesional con quienes van a estar a su lado en la dirección de una carrera que pretenden revitalizar como realmente se merece el buen torero francés que, como curiosidad, empezó la suya con picadores en la localidad vallisoletana de Mucientes, allá por el año 1998.
Volvemos a lo de siempre. Idas y venidas, momentos complicados y amables, una calabriada de blanco y tinto para entendernos, como es la propia vida de todos, pero más acentuada en este mundo de los toros al que nos hemos acercado hace tan poco tiempo que ya ni lo recuerdo por viejo y por pellejo.
De todos modos, mucha suerte a mis amigos Mariano y José Ignacio, luchadores incansables, a los que aprecio sinceramente.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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