Santiago apóstol, patrón de España y de aquí como dicen los viejos de Ayllón, es el día en que un muchacho de Salamanca será investido como matador de toros en una ceremonia de alternativa, siempre emocionante, ritual y esperanzada, en la plaza de toros de Santander.
Llega Juan a licenciarse de toricantano con un balance aceptable en su rendimiento, con luces y sombras que a lo largo de su aprendizaje novilleril se le han ido colocando en su camino: Momentos extraordinarios y elocuentes, dignos de resaltar y situaciones complicadas y difíciles, al haber tenido que adoptar decisiones no siempre las mejores y más acertadas para su propio porvenir en la vida profesional marcada.
Juan del Álamo, un torero querido en su tierra charra, apoyado por prácticamente todas las instancias dedicadas a la tauromaquia que han visto en él un diamante en bruto, sustituto de aquellas glorias ya desaparecidas de la charrería como Robles, El Viti, Pedro Moya… y compañero de fatigas en ese vivero inmenso que es la Escuela taurina de Salamanca donde Valverdes, Castaños, Diegos, Chaves o Gallos templan la tarde salmantina de la Glorieta a los aires de sus medias verónicas de viento y estocadas en todo lo alto a ese toro vital del destino que cada uno tenemos que lidiar.
Quedará relegado ahora, como lo hizo al entrar en el circuito torero, ese Jonatan Sánchez Peix, natural de Ciudad Rodrigo, cuna y carnaval de toros y fríos, formado en la escuela taurina de Salamanca. El bagaje de preparación está más que ejercido: Como novillero con caballos plazas de la categoría de Olivenza, Madrid, Pamplona, Albacete, Valladolid, Salamanca, Valencia… y Quito y Francia, le han visto triunfar, con su torero entregado, artista y valiente. Dicen los que le siguen que su toreo es un «largo camino que empieza con un gran paso» .
Y el gran paso tendrá que darlo en Santander el día de Santiago matamoros, patrón de España y de aquí.
¡Suerte, Juan!
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