Entretenida y calurosa, de auténtico bochorno amenazador de tormenta que luego nos cogió en la carretera viniendo de vuelta de la bella ciudad salmantina, ha sido la novillada sin caballos celebrada hoy como apertura de las fiestas patronales de aquella localidad. Cuatro novilleros estaban llamados a hacer el paseíllo, Juan Silva «Juanito»; David Salvador; Juan Collado y Raúl Montero y cuatro erales de las ganaderías de Eugenio Frías; López Chaves; Montalvo y Adelaida Rodríguez que dieron juego y exigencia en mayor o menor medida, pero que contribuyeron de alguna forma a hacer la tarde mucho más entretenida.
La plaza,recién pintada y encalada para conmemorar ese centenario que se celebra este año por todo lo alto, se llenó en su mitad exacta, pues el sol apenas ocupado por un pequeño grupo de «frioleros» estuvo desangelado y vacío.
Venir a Ledesma siempre supone un motivo de relajo, acogida y tranquilidad, además de contemplar la diversión de las peñas de chicos y chicas que se entretienen, aplauden, soplan y se ríen, dando una nota de colorido a la plaza y de respeto hacia los toreros; además hay un numeroso grupo de aficionados que sabe los intríngulis del toreo, porque conocen al toro de lidia y su comportamiento bravo. Y sobre todo, como en este caso, apoyar la cantera, los pequeños, los noveles, quienes están llamados a sustituir en poco tiempo las figuras, a los que Ledesma, su plaza, y José Ignacio Cascón apoyan y ponen su esfuerzo y recursos para que puedan torear como novilleros sin caballos.
De los erales decir que el «Pelado» de Frías fue bronco aunque noble; el «Señorito» de López Chaves bravo mientras le aguantó el fuelle, rajándose al final del serial; bravo y extraordinario por el pitón izquierdo el «uriquito» de Montalvo y encastado, fuerte y excelentemente presentado el «ladrón», de Adelaida Rodríguez.
Abrió plaza Raúl Montero que vestía de nazareno y oro con unos lances de recibo sacando a los medios al torete para rematar con una media y permitir que su compañero «Juanito» hiciera el quite reglamentario que le costó un ris ras en el capote. Montero brindó al público su faena y estuvo asentado, especialmente en una serie por la derecha, buena, gustándose y componiendo la figura. Con la mano izquierda sobresalió en dos naturales espaciosos y con cadencia. Tras sufrir un revolcón por alargar demasiado la faena, cuando el novillo se hallaba ya casi cerradito en las tablas, se perfiló a matar y logró una estocada entera, desprendida. Precisó de un golpe de descabello para finitiquitar al animal y recibió los aplausos del público. En este novillo fue aplaudido tras un buen par de banderillas el subalterno David Picón.
Juan Silva «Juanito», de rosa palo y oro, que además de cortar una oreja oyó como se aplaudía al toro de López Chaves en el arrastre, recibió con una larga de rodillas al burel, contestándose los dos compañeros Juan Collado y él mismo en el tercio de quites. Empezó su faena por bajo, sometiendo al toro. Se le vio con criterio, por ambas manos. Una serie con la mano izquierda de buen fundamento desató los olés en el tendido y los aplausos. Lástima que pinchara dos veces antes de lograr una estocada entera arriba que acabó mandando al desolladero al ejemplar. Pese a lo cual el usía, haciendo uso de la petición del público concedió se cortara una merecida oreja.
Juan Collado con el de Montalvo, que tenía un pitón izquierdo de nobleza y espectacularidad, el del toro para entendernos, fue visto por el novillero ya casi al final de su faena. Mostró modales y maneras el de Navalcarnero ante el público de Ledesma, así como sus fundamentos de escuela. El abaniqueo por la cara y el desplante de rodillas final con que acabó su intervención fueron aplaudidos. Logró una buena estocada y fue premiado con la oreja que paseó triunfal alrededor del albero.
Cerró novillada, David Salvador, vestido de azul y oro, el novillero de la Fuente de San Esteban quien tuvo que pechar con un novillo duro y encastado al que hubiera sido preciso ahormar con un puyazo. El toro iba largo, se revolvía fiero y codicioso y había que estar muy atento para no sufrir un disgusto. Con el capote estuvo bien el salmantino, aunque con la muleta en diversos momentos se mostró algo más incierto, recibiendo un tarantatán del torete a la altura del muslo izquierdo. Los nervios por la responsabilidad y la casta del ejemplar de Adelaida hicieron andar algo apurado al muchacho. No obstante las últimas manoletinas de adorno antes de lograr la estocada entera fueron aplaudidas.
En resumidas cuentas la rosquilla de premio para los novilleros sin caballos desconozco en este momento de redactar la crónica quién se la llevará, pero sí decir que los cuatro muchachos tuvieron algo que decir en Ledesma en esta tarde calurosa de la semana del Corpus Christi, de cuya plaza salieron entre los aplausos de reconocimiento del público asistente.
Fotos: Luis Falcón.
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