Mañana sábado a la 1 del mediodía, cuando los fríos de Salamanca cercan la Glorieta de su emblemática plaza, se lleva a efecto el homenaje a Julio Robles, el malogrado torero que tiene su estatua, su recuerdo y a quien los aficionados guardan respeto y consideración por haber sido uno de los que llevaron el arte de torear a lo excelso en el pasado siglo XX, hasta el encuentro con la desgracia en Beziers y luego su muerte. «Un diestro con muy mala suerte en su corta vida. Después del sufrimiento para llegar a ser figura del toreo y en la cúspide de su carrera… se queda tetrapléjico. Y ahora que volvía a ser feliz y estaba tan ilusionado con ser ganadero…».
Trece años ya, doce más uno como gustan decir a quienes el yu yú les condiciona su actuación, que Julio Robles marchó a la eternidad. Y es ahora el Ayuntamiento de Salamanca y la Federación de Peñas helmánticas quienes reviven año tras año el recuerdo de quien fuera uno de sus toreros más señeros, emocionales y sinceros. Por ese motivo y por tantos, un año más volveremos a acompañar a su familia y amigos en el rendido homenaje a un diestro que se fue y que significó un orgullo para la tierra de Salamanca.
Foto: Fermín Rodríguez
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