Este próximo sábado a la 1 del mediodía, cuando los fríos de Salamanca cercan la Glorieta de su emblemática plaza, se llevará a efecto el homenaje a Julio Robles, el malogrado torero abulense que tiene su estatua, su recuerdo y a quien los aficionados guardan respeto y consideración por haber sido uno de los que llevaron el arte de torear a lo excelso en el pasado siglo XX, hasta el encuentro con la desgracia en Beziers y luego su muerte. «Un diestro con muy mala suerte en su corta vida. Después del sufrimiento para llegar a ser figura del toreo y en la cúspide de su carrera… se queda tetrapléjico. Y ahora que volvía a ser feliz y estaba tan ilusionado con ser ganadero…».
Diecisiete años ya, desde aquel doce más uno como gustan decir a quienes el yu yú les condiciona su actuación, que Julio Robles marchó a la eternidad. Y es ahora el Ayuntamiento de Salamanca y la Federación de Peñas helmánticas quienes reviven año tras año el recuerdo de quien fuera uno de sus toreros más señeros, emocionales y sinceros. Por ese motivo y por tantos, un año más volveremos a acompañar a su familia y amigos en el rendido homenaje a un diestro que se fue y que significó un orgullo para la tierra de Salamanca.
Salamanca y el Ayuntamiento que preside Alfonso Fernández Mañueco, además de la Federación de Peñas Helmánticas vuelven, un año más, a reverdecer la figura de un torero lígrimo hecho en la bendita tierra salmantina. Porque entre nosotros sigue vivo su recuerdo, su memoria, su grandeza, su sencillez, que Dios le tenga en su seno junto a Manolete, Yiyo, Paquirri, Víctor Barrio, Fandiño, El Pana, Julio Robles… y todos cuantos que ya torean en el cielo en la Plaza de la Gloria.
Fotografía: FERMÍN Rodríguez
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