La salida a hombros ayer de Joselillo de la plaza de Pamplona, tras su faena a un toro de Dolores Aguirre a quien cortó las dos orejas, me satisface, me enorgullece y me demuestra que todas las acciones humanas, pese a las dificultades y circunstancias adversas, cuando se hacen con esfuerzo, entrega y dedicación tienen su premio merecido.
Joselillo, nadie lo va a descubrir ahora, es un diestro con casta y valor que pecha con encierros de cierta envergadura y peligrosidad en lo que los taurinos entienden por toros, fajándose cada tarde con él mismo, con su destino y con su deseo de ser torero. Su andadura, al menos la que le conocemos tras realizar el seguimiento informativo, presenta un claro oscuro de luz y tiniebla que se mezcla en las pocas tardes de festejo que tiene abiertas aún. El muchacho jamás ha tenido una salida de tono, una crítica amarga hacia sus mentores cuando erraban o a quien le puso en más de una ocasión la zancadilla desconsiderada de la imposición sin elección, que en esto, hablando de toros, supone más de un desasosiego, saliva que tragar, estómago que encoger y hacer de tripas corazón cuando la dificultad se aproxima a lo extremadamente peligroso.
José Miguel Pérez salió ayer en hombros en Pamplona por méritos propios, por su esfuerzo y sus ganas, su entrega y su aficíón desmesurada a este mundo de los toros, en el que no importa tanto arriesgar la propia vida ante un animal bravo y peligroso, sino dejar por encima, ante los espectadores, el carácter que imprime ser torero.
Me alegro personalmente por Joselillo y en este recuerdo quisiera mencionar a su inseparable Juanín, su peón, que recibió en esa misma corrida el dolor físico de fracturarse la clavícula izquierda al ser alcanzado por el toro a la salida de un par de banderillas, para que se recupere pronto y de nuevo le veamos en la brega de las plazas de toros. Y también a Miguel, el padre de Joselillo, que tantos y tantos días y tantas y tantas ilusiones tiene depositadas en su hijo, un torero de los pies a la cabeza que participó en el Bolsín de nuestra Federación taurina y asistió en más de una ocasión a recibir sus clases de formación en la escuela Taurina de Medina de Rioseco.
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