E increíblemente codiciosa, con casta, hechuras y modos la novillada echada en la Feria de Hagetmau, en territorio de las Landas francesa, una Villa hermanada con Tordesillas que tiene al final de julio la programación de festejos de toros muy dignos y reconocidos cada vez más. Utreros del Raso de Portillo y Quiñón de Valdés donde los hermanos Gamazo, Mauricio e Iñigo, están colocando un listón más que importante en el comportamiento de sus reses bravas, duras, santacolomeñas, encastadas que dieron a sus lidiadores problemas serios y que, uno de ellos el buen torero colombiano Juan de Castilla vio cómo recibía los tres avisos en sus dos ejemplares lidiados y los toros fueron devueltos al corral.
Toros, aplaudidos en el arrastre y dos de ellos premiados con el pañuelo azul a su muerte, pusieron la plaza coqueta y acogedora de Hagetmau, el pueblo hermano de Tordesillas, como centro de bravura de otro tiempo, de siempre, de una Tauromaquia rica, que engancha al espectador y que no hace perder ni un ápice la atención por lo que se está viendo en el ruedo.
Gracias a Leyla Delcy Amariles hemos localizado algunas de las fotografías de la tarde del sábado en la novillada de Hagetmau, con utreros del Raso Portillo y Quiñón de Valdés y las colocamos para que los lectores puedan apreciar los momentos de belleza, embestida, angustia, decisión, arrojo, valor, conjunción entre un hombre y una res brava en la arena del coso taurino. Caballo del picador por los suelos derribado por el ímpetu del novillo; llamadas al encuentro de la cabalgadura de largo, como debe hacerse para probar eso de lo que todos los ganaderos hablan pero no todos consiguen.
El Conde de Gamazo y la memoria de quien puso toda su vida, profesionalidad e ilusión en ella, el tristemente desaparecido Íñigo Gamazo Manglano, así como sus hijos, Mauricio e Íñigo, que están ahora al frente del timón ganadero, sin olvidar al tío Juan Sagarra Gamazo, el embajador y difusor de una forma de entender la vida en el emblema del Raso de Portillo, junto con la sabiduría de su mayoral Rafael Agudo, han vuelto a dar sentido a una vacada orgullo de Valladolid. Y en esta ocasión lo han hecho en Francia, en un pueblo hermano de Tordesillas, Hagetmau. A ver si comprendemos e imitamos ese buen hacer por la fiesta aquí, más cerca. Y aunque parezca mentira, su orgullo, ilusión y alegría también es algo nuestra: El Raso, siempre eterno.
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