Triste tarde que recordará siempre la rejoneadora francesa Lea Vicens al ver cómo su caballo «Petit Pois» moría de un infarto en el parque de Íscar donde calentaba antes de empezar la corrida de cierre de la feria en la que estaba anunciada junto a Joao Moura y Mario Pérez Langa. Tal vez el exagerado calor que hacía hacia las seis y media de la tarde, con un bochorno y polvillo en suspensión han hecho que el bello animal sufriera un infarto mientras la amazona lo preparaba para el festejo. En un momento el animal se trastabilló de las patas delanteras y se recostó junto a una de las tapias del lugar, cayendo desplomado y muriendo en ese mismo instante. Lea, jinete experta, se lanzó del caballo cuando este se desplomaba para no ser aplastada por el animal en su caída y auxiliada por algunos espectadores que presenciaban las evoluciones de la amazona, fue presa de un disgusto que la descentraron ya en toda su actuación.
La cara de tristeza y disgusto de Lea Vicens, todo un poema, en el paseíllo y las lágrimas asomando a sus ojos no la consolaron. Ni el detalle cariñoso de sus compañeros que le brindaron con afecto sus toros respectivos ni la oreja con que fue premiada por su primera actuación, sobria y sobreponiéndose a la desgraciada situación por la que atravesó esta tarde la rejoneadora francesa. Petit Pois, un caballo lusitano macho entero de 9 años de edad utilizado de salida murió en el acto como consecuencia de un infarto que la misma rejoneadora anunció. «Es un infarto», «es un infarto», mientras el caballo caía desplomado y moría en sus propias manos.
Toda esta situación influyó luego en la lidia de la corrida, seguida por media entrada escasa de espectadores en los tendidos, que no obstante aplaudieron al no saber qué había sucedido y especialmente cuando en su primer toro lo brindó a la banda de música de Íscar que estrenó e interpretó un pasodoble dedicado a ella misma y compuesto por el director Eugenio Gómez y el profesor Pablo Toribio. A los sones musicales, con los ojos sollozando y haciendo de tripas corazón, esta mujer superó el momento y logró cortar una oreja al de Passanha, sobreponiéndose al duro trance que tuvo que pasar unos minutos antes a las mismas puertas de la plaza iscariense. Incluso ante el quinto de la tarde escuchó dos avisos de la Presidencia.
Los toros de Passanha han sido mansos y se han parado mucho durante su lidia con lo que los rejoneadores han tenido que emplearse a fondo. Joao Moura, vestido a la federica, no tuvo su tarde, por la pasividad de los dos marmolillos que le tocaron, mansos y con escasas fuerzas de Passanha. Puso de su parte el rejoneador portugués pero tan solo fue aplaudido cuando acabó con el cuarto, al que cortó una oreja, habiendo recibido el silencio en el que abrió plaza.
Mario Pérez Langa estuvo alegre y bullicioso, con ganas en su lote a cuyo primero logró cortar una oreja, pese al rejón trasero que le propinó y debiendo echar pie a tierra para descabellar al ejemplar, acertando al primer golpe. Lo llevó a dos pistas y arriesgó en banderillas a una mano, saliendo airoso de un achuchón del toro a su cabalgadura. Su concepto del rejoneo tiene gusto y firmeza en el joven rejoneador y exponiendo logro convencer a los espectadores de su buena actuación. Hizo lo mejor de la tarde y además consiguió desorejar por partida doble al que cerraba plaza y feria. Se ve que, animado por la Jota de Íscar que sonó de salida de este último toro, animó al joven caballero quien consiguió enardecer a los espectadores con una lidia sobria, entregada, generosa y con mucho temple. Además mató bien con lo que la puerta grande fue para él.
En fin, se cerró la feria de Íscar con la nota amarga relatada arriba y que condicionó la actuación de la esperada Lea Vicens y la esperanza ya realidad de Mario Pérez Langa, un rejoneador de Calatayud emocional y emocionante que arranca las ovaciones y la admiración del público y que logró salir merecidamente por la puerta grande del coso iscariense. Mario y Lea hoy han sido la cara y la cruz de una fiesta.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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