El torero madrileño Fernando Adrián que entró en la feria de Valladolid por la vía de la sustitución de su anunciado compañero Daniel Luque puso en el coso del Paseo de Zorrilla frente a un buen toro de Bañuelos que se llamaba «duermemucho» la verdad en el cite del arte de torear. Temple, sentimiento y poesía hacen los cantares del toreo mío, podría haber interpretado trabucando la copla de Don Manuel Machado de «vino, guitarra, sentimiento y poesía hacen los cantares de la patria mía» en una sinfonía de madurez, colocación, temple y ceñido en unos pases toreros premiados al final con las dos orejas y abriendo la puerta grande de la plaza vallisoletana.
Sus compañeros de terna, Miguel Ángel Perera, ovación y una oreja y Joselito Adame, ovación con saludos y ovación, completaron una tarde en la que se lidió una corrida excelentemente presentada para lo que estábamos acostumbrados en Valladolid, con seis toros cuajados, con romana que fueron aplaudidos algunos de salida y cuatro en el arrastre. Incluso creo que el sexto mereció la honra del pañuelo azul.
Solo «colmenero», quinto de la tarde manseó claramente y se rajó ante la muleta poderosa de Adame que le aplicó una faena brindada al maestro Capea presente en el tendido. El resto de los ejemplares fueron bravos aunque con las fuerzas justas, por ponerles un pero. El público rompió a aplaudir cuando apareció en el ruedo el burraco «tunecino» de 549 kilos y marcado con el número 1. Lo lidió Miguel Ángel Perera brindándoselo a José Moro y comenzó la faena de hinojos en el centro del platillo. Su trasteo resultó poderoso y templado, con mando en plaza, pero, ¡ay! se le atragantaron los aceros con lo que sonó el aviso desde el palco. Acertó a recetar una entera desprendida al segundo de su lote tras una faena de entrega y poderío con cambios de mano muy aplaudidos por el público. Con la manía de tirar el estoque y torear sin ayuda, no quedó aquí la cosa demasiado lucida porque el toro estaba ya en el trance de agotamiento. Una oreja fue su bagaje por la faena.
Adame, el torero mexicano, es un gran diestro, con decisión y entrega, obligando a los toros a embestir citándolos con temple y dignidad. Y eso que ante «alirroto» hubo de aguantar dos coladitas cuando citaba por el pitón derecho. Los doblados por bajo muy poderosos y entró a matar recibiendo pero pinchó para lograr al segundo intento atronar al animal de una entera algo trasera. Curiosamente aquí el público mostró una tremenda frialdad con el torero ya que nadie pidió para él un trofeo que había merecido.
Y Fernando Adrián que no le importó descalzarse para empezar su faena rodilla en tierra con el buen ejemplar de Bañuelos con el que cerró actuación. Bien estuvo ante el tercero al que le arreó dos largas de rodillas y unos lances a la verónica muy ajustados. Poderoso, templado, excepcional, dando tiempo al toro para recuperar el resuello, Fernando Adrián estuvo siempre en gracia torera. A buen seguro que hubiera desorejado también al tercero de la tarde pero tras pinchar un par de veces y conseguir la estocada, el aviso enfrió cualquier petición por su gran faena.
No obstante se sacó la espina en el último sirviendo una guinda de postre dulce, agradable, bonita, torera y de poderío singular en toda su faena completa y poderosa.
Y mañana un mano a mano inolvidable con toros de Victorino entre el Juli y Emilio de Justo, al resentirse de su herida Roca Rey.
FOTOS: José FERMÍN Rodríguez.
FICHA DE LA CORRIDA:
Plaza de toros de Valladolid. Segunda corrida de la Feria. Media entrada escasa.
Seis toros de Bañuelos, bien presentados, cuajados y nobles.
Miguel Ángel Perera, ovación tras aviso y oreja.
Joselito Adame, ovación y ovación.
Fernando Adrián, Ovación tras aviso y dos orejas.
Deja una respuesta