Ahí está encampanada, con toda su lozanía y esplendor, la mujer, seria, consciente del trabajo que está realizando, orgullosa por ello y echando el resto para conseguir que el tiro de las mulillas recule y su ayudante pueda enganchar al toro que yace muerto para el arrastre, en la arena.
El conjunto, perfectamente adornado con gallardetes y guirnaldas, cascabeles y manteos, supone y es uno de los elementos también significativos en el desarrollo de la lidia. Su cuidado e importancia es tenido muy en cuenta por quienes aman de verdad la fiesta de toros. El tiro de mulillas, con su costo y su desgaste, es ofrecido por empresas que ofertan en el lote todos los aditamentos necesarios para completar la lidia tal y como señalan los cánones, evitándose la presencia de una mula mecánica, más cómoda, más barata, pero sin duda de peor aspecto y antiestética que supone desdoro y desprestigio a la fiesta y a la considerada idónea.
Desde los alguacilillos a quienes no hace tantas fechas dedicamos la consideración merecida, hasta los integrantes de la banda de música o los mismos areneros y mulilleros, son personas que entran a formar parte, ellos también, del juego del hombre con el toro. Por eso no solo los toreros, parte imprescindible de esta fiesta, sino también otras muchas personas hacen que el conjunto de la obra taurómaca se extienda a seres anónimos, silenciosos y callados que saben hacer y aportar su tiempo y su momento a la causa taurina.
En esta joven mujer, comprometida, llena de vida y exuberante, dotada de primores y encantos por la naturaleza con generosidad, queremos ver su seriedad, su tranquilidad y su acción sosegada y profesional. Parece como si estuviera susurrando al tiro de caballos, sujetando con fuerza el balancín en el que colocará enganchada la cabeza del toro, y que se mueve con cadencia, orden y concierto a su voz, mientras su compañero frena en la cabezada el impulso siempre inmenso de los percherones.
Siguen dando las plazas de toros momentos únicos que presentan una variedad de gama de colores más propias de paleta de artista pictórico para completar las tardes de corrida, que sirvan para recordar a todos que en esto de la Tauromaquia, el juego del valor más singular de España, los matices y lo más sencillo y trivial, mantiene su importancia y ocupa un lugar destacado entre los buenos aficionados. Y el arrastre de toros es uno de ellos.
Fotografía: José Fermín Rodríguez
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