Decían los viejos teólogos anteriores al concilio Vaticano que la expresión «perder el oremus» venía a cuento de recoger ese momento de estupor de los fieles que cuando están en misa en vez de concentrarse en la oración se les va el pensamiento por los cerros de Úbeda y no se centran en la liturgia que es la base y el sustento del aspecto tan importante de la religión. Hoy día perder el juicio o la cordura sobre todo en un palco presidencial de una plaza de toros como el de la capital de la Moraña es reiterativo, recalcitrante, persistente como quedó demostrado en esta tarde con el indulto a un toro de Garcigrande de nombre «culebrito«, lidiado por Antonio Ferrera como quinto de la tarde. El toro, bravo y encastado con desplazamientos largos y acometividad noble y entregada en la muleta, pero ay, sin picar en el caballo y sin completar el tercio de banderillas, fue premiado con el pañuelo naranja por el Presidente de la corrida, a petición de parte del público que con gritos y silbidos fue demandando el indulto para el animal.
La acogedora plaza de Arévalo que ocupa el ranking de los indultos a toros de Justo Hernández, pues ya raro es el año en que no se produzca el perdón de algún ejemplar, ha completado de nuevo el ciclo con el del ejemplar «culebrito«, castaño, marcado con el número 128 que resultó magnífico para la faena de muleta.
Es curioso y no extraña que hasta un chusco desde el tendido, con voz ronca, apremiaba después a Urdiales que se fajaba con el sexto de la tarde, venido a menos en el trasteo, gritándole: «¡No le mates!» desatando la hilaridad a su alrededor.
Estas corridas de toros donde todo es premio, alabanzas y orejas a tutiplén por faenas normalitas y de escasa enjundia, matando con estocadas caídas, desprendidas, fuera del sitio y en cuanto cuatro pañuelos reclaman en el tendido, el pañuelo del premio asoma a la balaustrada presidencial sin mayor recato y consideración.
De todos modos si se cree que así la fiesta alcanza un prestigio mayor, estamos todos muy equivocados o tal vez, casi mejor, lo esté quien esto escribe.
Y vamos a la corrida mixta del cierre de feria en Arévalo.
Se ha lidiado dos toros de El Canario para rejones, bravos y cuatro de Garcigrande, bravos y nobles dos de ellos, uno noble, rajadito, otro cojo que fue enviado a corrales con el pañuelo verde y sustituido por el sobrero del hierro Domingo Hernández, bronco y escaso de fuerza, para el rejoneador Diego Ventura, ovación y una oreja y Antonio Ferrera, dos orejas y dos orejas y rabo simbólicas del que indultó y Diego Urdiales, dos orejas y ovación. Algo más de media plaza asistió al festejo. Al iniciar el paseíllo la banda de música tocó el himno nacional. Actuó de sobresaliente Miguel Ángel Sánchez,
Diego Ventura es un fenómeno como jinete. Ante su primero, un «carpintero» noble lo toreó tras castigarlo con un rejón de castigo ciñiendo su cabalgadura a la cara del animal lo que propició recibir un tarantantán del ejemplar de Manuel Corvo. Pero no acertó con el rejón de muerte esta tarde el buen centauro. Incluso con su segundo tuvo que echar pie a tierra para descabellar tras pinchar varias veces al ejemplar que se llamaba «verdugo». No obstante, le premiaron con una oreja que paseó alrededor del anillo con cara de pocos amigos, pues él jinete sabía que se le esfumó un éxito importante por la labor desarrollada a lomos de sus cabalgaduras. Diego hoy ha estado más pinchauvas que otra cosa y casi se va de Arévalo como vino.
Antonio Ferrera ha sido por número de trofeos el triunfador absoluto de esta tarde. Además le han tocado en su lote los dos más bravos, nobles y encastados, toros acometedores con humillación de Garcigrande. El balear se gustó en su faena de muleta, haciéndolo además con temple y galanura, sintiéndose poderoso y dominador de la situación en la que el toro más fue un animal amaestrado que de malas intenciones. Si a esto se añade que el quinto, segundo de su lote, fue además repetidor e iba largo, con galope alegre a los cites templados del torero que empezó de hinojos, no extraña que el torero sacara lo mejor de sí mismo con la sonrisa franca y alegre de quien ve que esa tarde para él es redonda en todos los sentidos.
Diego Urdiales toreó canónico, como él sabe hacerlo, precioso y poderoso, citando y embarcando al burel primero de su lote con mando, temple y espaciosidad. Urdiales torea de verdad, sin pico ni trampas de ventajista. Por eso su toreo llena al aficionado, emociona y es de grato recuerdo. Mató de estocada entera a «lujoso» al que el Víctor de Calahorra colocó un par arriba, arriesgado y asomándose al balcón. Gran faena de Urdiales que no se vería compensada en el del cierre de la feria, un sobrero de la misma ganadería más brusco y brutote que no humillaba como lo hicieron sus hermanos.
En fin. La salida triunfal a hombros y el recuerdo de una feria premial que a este paso no hará falta llevar en los fundones de los esportones de los toreros los estoques de muerte, cerró un año más Arévalo, la capital dela Moraña que ha perdido el oremus como afición taurina experta y entendida de otros tiempos.
Y por no olvidar en esta ocasión la chacina y pan de Ciudad Rodrigo y queso añejo de Hinojosa de Duero con que nos obsequió Antonio Risueño en la merienda. ¡Qué manos de mondonguero cátedra!.
Con estas cosas cómo no vamos a ir a los toros…
FOTOS: José FERMÍN Rodríguez
Ana Isabel dice
Su opinión es muy respetable, pero no entiendo como puede ir año tras año a nuestro coso si según usted es todo tan lamentable? Será xq va gratis?será xq va a merendar gratis?a lo mejor si usted tuviera un pase de callejón no estaría tan dolido?El público es el q paga y es el q manda con sus pañuelos blancos en los tendidos igual usted no los vio xq estaba mas pendiente de llenar el estómago.
Jesús L. dice
Vamos a «vuestro » coso para realizar LA INFORMACIÓN de la corrida. Y accedo gratis porque me ACREDITA el empresario, igual que a otros responsables gráficos y literarios que lo solicitan. Siempre he dicho que con negar la acreditación, es suficiente. En este caso para su conocimiento, le diré que la empresa nos concede un pase de callejón y otro de tendido. El de callejón se entrega al fotógrafo y el de tendido es el que yo utilizo. Y por cierto, la merienda la llevo yo. Otra cosa que debe tener bien en cuenta: Que incumplir la disposición de un indulto como consta y se especifica en el vigente REGLAMENTO TAURINO eso sí que es una vergüenza. Un saludo.