Pocas horas quedan ya para que las puertas de las plazas de «Campos Góticos» en Palencia y «Paseo Zorrilla» en Valladolid acojan una feria más en esta temporada álgida, llena de incertidumbre por las circunstancias, brillante en ocasiones, negativas en otras, pero con la siempre esperanza de mejorar cada día porque además no nos queda otra. Unos días más tarde abrirá su portón «La Glorieta» en la capital charra.
Palencia, Valladolid y Salamanca son las tres ferias prácticamente seguidas en el calendario taurino que quedan en las plazas capitalinas de Castilla y León y bueno es recordar al aficionado las tres citas ineludibles para ver, gustar y palpar en directo la fiesta de toros. Las tres han tenido que aquilatarse y adaptarse a las nuevas circunstancias económicas que asolan a los ciudadanos, con la escasez de ingresos, gastos excesivamente amplios y diversos. La terna en esta ocasión, dirigida por tres empresas distintas como son Servicios Taurinos SEROLO en Palencia; VALTAURO de Ángel Gallego en Valladolid y Manuel Martínez Uranga y M. Erice, padre e hijo, en Salamanca ofrecen en sus carteles novilladas y corridas de toros para deleite de la afición. Es verdad que muchos dirán que falta tal o cual nombre. No hay contradicción en que con las mimbres que hay se ha confeccionado el cesto. Pero es obvio que las empresas taurinas bastante tienen ya en su cuenta de resultados con la organización de cualquier festejo taurino, máxime una feria de mayor o menor amplitud como el caso de las capitales de provincia, plazas de segunda categoría en el corazón de nuestra tierra y que no se olvide, es una actividad empresarial más para allegar recursos económicos a la sociedad, no solo constituidas para divertir a tal o cual pueblo, a tal o cual ciudad, a tal o cual alcalde o concejal de turno.
Estamos cansados de oír en los círculos taurinos que los toreros deben bajar sus honorarios para poder compensar la situación y que el drama de las pérdidas no solo se sitúe en las espaldas de los mismos, sino que la carga sea repartida entre otras albardas, a fin de hacerla más llevadera. Muchos diestros, que son no se olvide quienes se juegan el pellejo y la integridad física, han accedido a esta nueva situación en donde el pastel es cada vez más pequeño, tiene menos crema y son más los que quieren seguir comiendo de él. De los ganaderos ni les cuento las virguerías que precisan hacer para dar salida a sus reses y que se lidien en las respectivas plazas. Y de los empresarios, la otra pata fundamental de esa mesa de Tauromaquia, que tienen que pagar los honorarios a unos y otros, además de los impuestos estatales y autonómicos, ni les cuento. El último apoyo de esa mesa taurómaca, la de los aficionados, es quizás una de las que más engrase, más interés está tomando. Ahí están los pequeños ejemplos de los tendidos jóvenes, siempre apoyados por el empresario que prefiere ver la plaza llena con localidad barata antes que vacía y repleta de frío cemento; originalidades aparte de los jóvenes universitarios que quieren seguir teniendo a la Tauromaquia por una de sus actividades de entretenimiento y apoyo…
Dicen que es hora de ponerse las pilas. Pues bien, todos estamos en ello y especialmente los medios de comunicación, voceros de las ferias, cronistas de seriedad, entrega a la causa y profesionalidad. Nadie puede decir que no porque la procesión siempre va por barrios y el error en uno lo paga el resto, a veces con creces.
La familia taurina está ojo avizor aunque no dé voces, porque sabe que su propio futuro es lo que tiene entre manos y una de sus partes fundamentales lo constituye el empresariado taurino que se recicla, moderniza y adopta los medios precisos para mejorar el servicio a todo el público: Los ejemplos de las tres capitales citadas de Castilla y León que van a abrir sus puertas en breve con la feria taurina son más que evidentes. A ellas, Palencia, Valladolid y Salamanca, respeto, consideración, esperanza y toda la suerte del mundo.
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