Llegó la noticia ya por todos conocida: El Presidente de la Generalidad de Valencia decreta la supresión, aplazamiento es la palabra, de todas las actividades festivas de las fiestas de Fallas y de la Magdalena en Castellón. Toros al campo, toreros y público a casa con el recado y fiestas terminadas por este año en los días en que se celebran.
No hay mal que por bien no venga si ahora el ahorro de dinero de las instituciones públicas al no gastar dinero público en verbenas, conciertos, competiciones deportivas, espectáculos, subvenciones y apoyos económicos a sociedades y agrupaciones, fuera destinado a paliar los efectos y daños del virus maligno mejorando el servicio sanitario, el más importante de todos cuantos pueden prestarse en una sociedad, toda vez que sin la salud, objetivo primordial y príncipe de todos los demás, no puede haber ni darse otra cosa.
De todas las cosas se sale, únicamente hay una de la que jamás se puede salir, que es la muerte. De ahí la importancia de la Sanidad como garante de la vida, en la que samaritanos luchan y arriesgan para curar y sanar a las personas enfermas. Otra cosa es la división en diecisiete trocitos en los que se encuentra la Sanidad española y que debería estarlo en una única dirección. Pero ese es un asunto de otro lugar.
La Generalitad valenciana en un comunicado oficial hecho público ha dicho: «según instrucciones del Ministerio de Sanidad, ha acordado aplazar las fiestas de Fallas y la Magdalena en la Comunitad Valenciana. La decisión ha sido adoptada por responsabilidad, por indicación de los expertos y pensando en el bien general de la población».
Tras esta digresión, la noticia para el mundo taurino es que las corridas de toros de Castellón y Valencia no se celebrarán en las fechas anunciadas en el cartel.
Ahora posiblemente no faltarán los ayes y lamentos de cuantos viven de este turismo de visita, entretenimiento y gasto que son muchos, pero seguro, seguro, ya lo verán, que los políticos tendrán palabras para salir ellos airosos de su responsabilidad, cargándosela a otros, la misma que todos los ciudadanos deben exigir a su gestión.
En todo caso, los toros vuelven a la dehesa y los toreros a casa. Lo que faltaba.
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