Hambre de triunfo y deseo de salir adelante es la propuesta del torero vallisoletano Leandro quien el domingo cuando las cabalgatas de reyes recorran calles y plazas de nuestra tierra recibirá el óleo de la confirmación de alternativa en la Plaza de Méjico, la Monumental. El torero que lleva en aquel territorio de los aztecas preparándose para ese primordial acto dirigido por su mentor Lázaro Carmona, en una de las ganaderías allende los mares, la de Carranco, propiedad de Laura Villasante, ha mostrado sus deseos, su preparación y sus ganas por reverdecer laureles y ganar un sitio entre los toreros de usía.
Leandro, aquel muchacho que conocimos en la taberna La Bodeguilla de Jandri en Toro cuando apenas tenía doce años y, acompañando a su abuelo, decía a todos que quería ser torero, ha pasado en su vida por claros y oscuros, como todo quisque, ensalzamientos y grandezas, caídas y silencios, fracasos y triunfos, pero con la esperanza puesta en esta resurrección última de su vida profesional como torero.
Leandro confirma en la Monumental mejicana puestos los ojos en el porvenir que nunca debió perder. Con su serenidad, su talle mecido como un junco en la ribera del Duero, crujido suave de huesos al pasar su toro en la verónica, la tranquilidad y el sosiego siempre necesarios para llevar a cabo cualquier empresa, es el gusto torero personificado de nuestra tierra, merecedor de mayores y mejores triunfos y alegrías.
Leandro Marcos, mucha afición espera de él lo mejor y se congratula porque su confirmación en el ara del sacerdocio eterno del toreo le sirva y bien en su futuro. Que salga de allí ungido. Ese es nuestro deseo.
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