Buen sabor de boca dejó a todos la corrida en honor de San Pedro Regalado en Valladolid, patrón de los toreros y de esta ciudad taurina, tras lo visto en el Coso esta tarde donde José María Manzanares volvió a mecer el toreo, moverse pausado, colocación sin gestos superfluos y estocada recibiendo tirándose arriba del morlaco de Victoriano del Río de nombre «pudoroso» que le tocó en suerte. Dos orejas por su faena y puerta grande para el de Alicante que sería acompañado por Julián López «El Juli» quien también cortó dos orejas aunque en su lote.
Y Morante, ay Morante de la Puebla, qué mala fortuna tiene en Valladolid. La gente le espera con pasión y ansiedad, llena las troneras de ramilletes de romero para que huela la faena, sahumada con el humo de un habano entre barreras, costumbre inveterada del diestro que a unos parece bien y a otros no tanto por lo que tiene de relajamiento frente al esfuerzo que supone estar en la cara del toro. Pero así es José Antonio Morante que, no obstante cortó una oreja al cuarto de la tarde que le tocó en suerte, pero que se dejó ir el primero de nombre «granadino» de la ganadería Toros de Cortés de 487 kilos de romana, pasaportándole con una estocada, saliéndose de la suerte ostensiblemente tras un prevengan de faena en la que más de uno le susurró antes: «Déjate de salvas, plegarias y prevenciones y vete al grano».
Y vamos al relato en sí de la tarde que llenó prácticamente los graderíos de la Plaza, completándose el aforo a excepción de unas cuantas localidades del tendido cuatro y una grada alta. Luz, afición, gente joven, ánimo y ganas de diversión para ver a los tres diestros que se enfrentaron a un encierro noble y bravo en líneas generales de Victoriano del Río. Tres toros fueron aplaudidos en el arrastre y uno, el que cerraba tarde y corrida, silbado.
Compañía de amigos de los medios de comunicación como Carlos Martín Santoyo, Paco Aguado, Juan Tejedor, Domingo Nieto, César Mata, Manolo Illana, y el beso que por saludo me recetó Mónica Alaejos, hicieron la tarde entretenida, más si cabe y contento porque el público salió satisfecho del coso, cuando ya el sol había caído y la tarde abría el velo de la noche.
Se lidiaron seis toros de Victoriano del Río, que sustituyeron al anunciado encierro de los Hermanos García Jiménez, uno de ellos el primero que abrió plaza con el hierro «toros de Cortés«, nobles, bravos y encastados, salvo el sexto, un «estirado» de 528 Kilos, con dificultades y manseando en arreones, para Morante de la Puebla, palmas y oreja; El Juli, oreja y oreja y José María Manzanares, dos orejas y silencio. Juli y Manzanares abandonaron la plaza a hombros.
La faena de José María Manzanares y el pundonor, las ganas, la entrega y la forma de torear del Juli bastaron para justificar una tarde emotiva, bonita, para repetir. Y por aquello del orden quiero destacar del Juli que si la faena a «bravucón» fue muy completa, la hecha a «Viznago» no le fue a la zaga, por arriba, por abajo, por alto, de frente, al paso, a pies juntos… Un repertorio de lidia lleno de profesionalidad, sabiduría y dominio, tanto que aburrió al toro en los últimos minutos de su faena. Le hizo crujir los huesos, enroscándose en él, haciéndole girar alrededor de su impertérrito cuerpecillo torero con la clase tan grande que atesora en sus manos. Además mató con dos estocadas a los de su lote, dando ese pequeño saltito al entrar con el estoque en el hoyo de las agujas. Y aunqu precisó un golpe de verduguillo en ambos, las orejas cayeron merecidamente en su esportón. La fuerte petición por la segunda en el quinto obligó a parte del respetable a silbar al Presidente, en esta ocasión Félix Feliz, asesorado por Cachichi, cuando acabó de dar la vuelta al ruedo. En todo caso, la segunda oreja es facultad del Presidente y en esta ocasión acertó al no concederla y soportar el chaparrón, bien es verdad que no demasiado grande, de la concurrencia.
José María Manzanares fue desarmado del capote en un arranque del toro, pero su cuadrilla alerta y atenta hizo las cosas muy bien. Tanto que Juan José Trujillo fue obligado a desmonterarse por su brega en banderillas en el tercero y Curro Javier y Blázquez en el que cerró plaza. Manzanares estuvo en el tercero casi perfecto, agarrando el estaquillador por el mismo medio, llevando suave la embestida del burel y creando bellísima plasticidad en algunos momentos de su toreo.
Y en fin, muchas caras en el callejón: El alcalde de Valladolid y su compañero de partido Pío García Escudero; Fernando Fernández Román; el escritor Sánchez Dragó; los ganaderos Modesto Fraile y Juan Ignacio Pérez- Tabernero; los toreros David Luguillano y Jorge Manrique; el empresario teatral, Enrique Cornejo; el presidente de la Plaza de Segovia José Luis García; el Presidente del Colegio de veterinarios Luis Calvo; el gerente de la de Santander, Constantino Álvarez… y un nutrido grupo de personajes del mundo del toro. Todos ellos disfrutaron, pasaron la tarde entretenida y compartieron los toros con un amigo, una sonrisa afectuosa y unos momentos de emoción por aquello que siempre tienen los toros. Ah! Y que no me olvide de la estupenda banda de música de Íscar que amenizó la corrida. Una pléyade de personajes y políticos relacionados con la tauromaquia y su afición en este día de su patrón, el fraile del Abrojo, de aquel a quien recordamos la copla: «San Pedro Regalado, de la Aguilera. Préstame tu sombrerillo, que el sol me quema».
Reportaje gráfico de José SALVADOR.
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