La Villa de Ledesma, la antigua Bletisama, tiene en su raíz una profunda admiración, respeto y consideración hacia la fiesta de toros como pocas localidades de nuestro entorno. Su plaza de sillarejo de granito en la llamada Peña Pajar acoge de vez en cuando los festejos de toros en homenaje al Santísimo Sacramento con la singularidad del Corpus Cristhi. Tantos años vienen celebrándose y son seguidos por multitud de aficionados, de público ávido de sensaciones y de tantos y tantos que quieren reencontrarse con la tradición más genuina y propia de la fiesta de toros.
Y en Ledesma hay un joven empresario taurino, un hombre aficionado a carta cabal que conoce perfectamente la idiosincrasia del entorno en el que se mueve. Se trata de José Ignacio Cascón, organizador de los espectáculos y que da a su pueblo ejemplo día a día de hacer y programar correctamente los festejos de toros.
Hoy domingo, último de los dedicados a la Cuaresma, se ha convocado a la gente a acudir a un festejo consistente en una novillada con picadores entre dos chavales, alumnos de la escuela taurina de Salamanca llamados Alberto Escudero y Alejandro Marcos. Al final del festejo ambos salieron merecidamente a hombros de la plaza y por la puerta grande, merced a su lidia de valientes, de arrojados, de nuevos valores que vienen empujando fuerte y llamando al escalafón de la Tauromaquia de los diestros toreros.
Tal vez esa noticia que es la importante para los medios dedicados a la información taurina, quede eclipsada más bien por la categoría y el fomento de la fiesta que se ha hecho en esta jornada de domingo en la Villa de Ledesma. Por eso, vamos a ir por partes para que no quede sin explicar ni darse a conocer al ávido lector de esta página.
La novillada consistía en la lidia y muerte de cuatro utreros de la ganadería de Julio García, excelentemente presentados, bravos y encastados y un toro corrido, saltado, recortado y quebrado, como apertura de plaza, a cargo del grupo que conforma el llamado «Arte charro». Los seis cortadores fueron aplaudidos y obligados a dar la vuelta al ruedo entre los aplausos del público que casi llenó el tendido tras sus quiebros y saltos a cuerpo gentil, con garrocha, de forma acrobática siempre, al toro de Julio García que acometió con fuerza y derrotó en las tablas de la barrera.
En lidia ordinaria se corrieron cuatro novillos hechos y derechos de Julio García, con el pelo de invierno todavía, cuajados, bravos y encastados; el último de la tarde se dañó en los cuartos traseros tras un par de banderillas lo que acusó luego el animal ante su matador. Los cuatro fueron aplaudidos en el arrastre cuando el tiro de mulillas los llevó al desolladero. Actuó Pedro Cabrero, el del Tiemblo, como sobresaliente.
Abrió plaza y estreno ante el novillo de la última etapa, el de tres años, Alberto Escudero. El animal se llamaba «víbora» y resultó embestir mejor por el pitón derecho que por el izquierdo más envenenado. Algo que quedó anotado tras los primeros lances del joven novillero salmantino quien brindó su lidia y muerte a los hermanos Javier y Damián Castaño presentes en el tendido fue que hizo una buena faena, entregada, comprometida en algunos momentos, cruzándose al pitón contrario, embarcando perfectamente en el cite y ligando. Todo lo cual desató las ovaciones en el tendido. Tragó y consintió al burel hasta que lo recetó una estocada arriba, entrando despacio, como a cámara lenta, metiendo el estoque hasta los gavilanes. No anduvo fino en esta ocasión con la puntilla el estupendo subalterno Fernando Sánchez, alargándose la muerte del toro, aunque el tendido no enfrió su petición de oreja que fue atendida y otorgada por el Presidente de la corrida por partida doble lo que le garantizó la salida por la puerta grande.
En su segundo, de nombre «sabueso», un ejemplar encastado, con arrancada explosiva, bravo y noble al que cortaría una oreja, se produjo un hecho lamentable, sobre todo al considerar al compañero más un intruso que un colaborador. Vamos a explicar el incidente porque la cosa merece la pena. Terminado el varilarguero y cambiado el tercio, Alberto Escudero indica a su compañero Alejandro Marcos que realice, si es su deseo el quite. El muchacho se dispone a llamar al burel y Andrés Sánchez desde el callejón vocea a la cuadrilla: «¡El toro a las tablas, el toro a las tablas!» impidiendo que se llevara a efecto el quite, al cerrar al animal junto al burladero de matadores, cumpliéndose la imperiosa orden del responsable apoderado.
Estas cosas no se deben hacer ni mucho menos eliminar la posibilidad de un quite de otro torero porque el apoderado decida que de ninguna manera debe producirse el mismo para no mermar más la fuerza del animal o por lo que sea. En este caso la acción seguro que hubiera sido un espectáculo, pues ambos chavales estaban entregados en cuerpo y alma, con fe, en su lidia, pero el exhorto imperativo de Andrés Sánchez prohibió al compañero de su pupilo realizar el quite. Lo malo de estas cosas es que luego se aplique el dicho de «arrieros somos y en el camino nos encontraremos».
Pero en fin. Vamos con Alejandro Marcos en su debut también con picadores. Toreó un lote conformado por «holgazán» y «organillero». El primero un colorado bravo, duro y encastado al que Alejandro sometió ya desde los primeros lances con la capa. Fue dos veces al caballo siendo picado arriba por el varilarguero. Alejandro que brindó su toro a un familiar presente en el callejón demostró que tiene un estilo característico y propio. Con la derecha, cimbreando la figura sacó al toro a los medios y le enjaretó una faena con gusto, poderío y arte. Bien es verdad que incipiente pero este chico es un diamante en bruto y ya se verá cuando se pula en totalidad. Si no me equivoco, está llamado a ser uno de los toreros importantes de la hornada actual. Hubo momentos en que se atracó de toro, dada la nobleza del ejemplar de Julio García, perdiendo la muleta. Sin embargo su faena y la estocada entera que atronó al animal le valió el premio de las dos orejas. En el que cerraba corrida un «organillero» que se lesionó en los cuartos traseros tras un par de banderillas no pudo completar su buen actuación, pues el animal se rebrincaba como dolorido cada vez que embestía a la muleta del novillero. Un pinchazo y estocada que asoma, además de un achuchón cerraron festejo, recibiendo la ovación sincera del público.
En fin, dos chavales que quieren ser toreros, que han superado hoy en Ledesma, y con creces, la reválida para estar incluidos en los festejos con picadores. Han debutado con bien, acierto y preparación y además los toros de Julio García han resultado bravos en una tarde sol y amistad. ¿Qué más podemos pedir estando en Ledesma?.
PREMIOS DE LA ROSQUILLA DE ORO
Para completar la jornada tan taurina celebrada hoy en Ledesma, el Ayuntamiento y los organizadores han hecho entrega antes de comenzar la lidia, de los premios a los participantes en su bolsín denominado la «rosquilla de oro». Tras la entrega de una placa conmemorativa a quien fuera director de la Escuela Taurina de Salamana, Juan José. y a los ganaderos que ha aportado sus reses para que torearan los chavales, Boyano de Paz, Ignacio López Chaves,Los Requiles, Herederos de Miguel Zeballos y paloma Sánchez Rico, recogieron sus trofeos Iván González; Daniel Menes; Fernando Flores y Antonio Grande. Este último ganador absoluto de la Rosquilla de oro, trofeo entregado por el diputado provincial de Salamanca Eloy García y por Domingo López Chaves el capote de regalo.
Antonio Grande, una esperanza también de entre los novilleros salmantinos ha sido merecedor del premio por su buen toreo ante las reses lidiadas.
Fotos: ARTURO DELGADO BALLESTEROS
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