Para el recuerdo de una tarde triunfal, sin resultar redonda, sino amena y entretenida, luz esplendorosa de la perla cántabra de Santander, resultó la quinta de feria que traía sobre el papel el festejo más completo de los programados por la empresa municipal que preside Constantino Álvarez.
Tres toreros grandes, en la cúspide del escalafón se dieron cita en Cuatro Caminos para lidiar un encierro de Garcigrande, el hierro al que el Juli dedica especial atención y conoce en profundidad. Miguel Ángel Perera que sigue con cierto letargo acomplejado, al estar perdiendo el modo, significación y la gracia con la que estuvo dotado en otras temporadas para dar lo mejor de sí mismo ante las astas de un toro. Y Roca Rey que intervenía por segunda vez en el serial festivo.
Lleno total en los tendidos, ganas de aplaudir y vitorear a los diestros por un público magnífico y hospitaliario que incluso llega a reconocer con palmas los toros en el arrastre hasta cuando no han peleado en el caballo. Entrega y disposición por quienes pagan la entrada y mantienen este espectáculo, magnífico casi siempre y absolutamente completo cuando hay toros bravos en el ruedo a los que parar, templar y mandar. Tras el paseíllo se guardó un respetuoso minuto de silencio por el ganadero y rejoneador Fermín Bohórquez, recientemente fallecido.
Hoy en Santander se ha corrido un encierro de Garcigrande con presentación desigual, toros desrazados y mansotes en general, con poca clase, excepto un encastado segundo de la tarde de nombre «descorchado» para El Juli, aplausos y dos orejas. Perera, oreja y oreja y Roca Rey, aplausos y dos orejas. Al final del festejo los tres matadores salieron a hombros de la plaza.
Lo de Julián López es de una maestría y conocimiento superior a la media de cuantos se mueven en la lidia. Fue capaz de enseñar a embestir a un «chillón» de 496 kilos de romana, al que a base de mostrar y someter, consiguió una faena digna de reconocimiento. En ella, hay dos naturales de auténtica antología y belleza, dignos de enmarcar. Pero, ay!, la suerte de matar, a capón, como él la hace tirándose con un saltito ventajoso, para hacer la suerte sin demasiado riesgo, consigue efectividad y desata aclamaciones de muchos espectadores, más de los que se cree.
Miguel Ángel Perera quiere ocupar el sitio que nunca debió perder. Puso voluntad y oficio, ganas y deseos en sus dos faenas, que resultaron dignas, agradables, pero poco convincentes para llegar a ser excelsas, poderosas, cruzándose en los cites y sometiendo con grandeza y poderío a un terciado toro de nombre «descorchado» y con algo más de fortuna a un «labrador» que salió en quinto lugar, por aquello de no haber quinto malo. No obstante cuando terminó con sus enemigos, el público pidió la oreja para el de la Puebla del Prior, con lo que garantizó su salida por la puerta grande.
Y Roca Rey en su segunda comparecencia, salvando el infame espadazo al «malagueño» de Garcigrande, un toro desrazado y manso, puso toda la carne en el asador ante el último, protagonizando unos momentos de increíble e indiscutible valor. Roca Rey es un torero despacioso, lento, sobrado de conocimiento pese a su juventud que somete a los toros y se coloca en su mismo terreno, dejándose tocar los alamares y hace saltar el grito entre los espectadores que creen adivinar la cogida, el percance, por aquello de la cercanía y cambios en la vía del tren de la bravura. Pero el peruano sabe lo que hace, expone los muslos, todo el cuerpo, cita de frente y engarza los pases en una increíble forma de mando. y es que Roca Rey tiene en estos momentos mando en plaza.
Al sexto le propinó un volapié perfecto, marcando los tiempos, y entrando derecho como una vela, de verdad, ya merecedor por sí mismo de una oreja que serían dos tras la petición mayoritaria del público.
De esta forma, los tres espadas salieron a hombros, felices y contentos, entre la alegría y el reconocimiento del público, por la puerta grande del coso de Cuatro Caminos, con albero negruzco de Cabárceno y llenando de esperanza a una feria que está teniendo éxito y seguimiento y asistencia de llenos en todas las tardes de corrida incluso hoy hasta han cantado la canción a capella de » Fuente de Cacho». Y eso quiere decir que algo grande ha ocurrido.
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