«Ya, ya, pero que me quiten lo bailao», sería la respuesta más propia y conocida por quien se encuentra en ese momento dulce y beatífico de vivir en una nube, en el aire, cuando las circunstancias y el trabajo han hecho posible el triunfo soñado de un torero. Me refiero, a los momentos vividos el otro día en Las Ventas cuando aquella Comunidad se engalanaba de vino y rosas para rememorar la historia de un pueblo enérgico, bregado, duro y responsable frente al invasor y sus acólitos paisanos doblegados por interés.
Jesús Martínez, «Morenito de Aranda» en los carteles, bordó el toreo y enseñó la evolución llevada a cabo en su concepto artístico, lleno de verdad y matices, así como la explosión madura de un arte acariciado desde hace mucho tiempo. El día 2 de mayo se hizo el sueño realidad y ese día encumbró a las cotas de arriba a un torero burgalés, de la tierra arandina para más señas, recogiendo el fruto de la semilla sembrada con tanta dedicación y tiempo.
Morenito de Aranda que empezó su andadura con Carlos Zúñiga, después con Manuel Hurtado, y que ahora tiene su dirección profesional en el tándem formado por Mariano Jiménez y José Ignacio Ramos viaja en la profesión con su esportón y trebejos preparados para mostrar en las plazas su arte de torear, con calma, sosiego, temple, mando y estocada entera. Pero para llegar a eso han sido días muy duros de preparación, de continuidad, de esfuerzo, de sudores y contrariedades suplidos con las ganas y la práctica, sin fiestas ni saraos, tranquilidad y dedicación no solo plena sino exclusiva, que de otra manera, por mucho que se hable, es imposible llegar.
Hay en esta tierra ahora mismo un ramillete de toreros que siguen cada día la estela del sacrificio y de la preparación, para entregarse al toreo que es una liturgia de su vida, sin matices, total, y uno de ellos, Morenito de Aranda, ha disparado sus acciones como un cohete tras lo expuesto a la cátedra madrileña el día de su fiesta, que ahora deberá refrendar y revalidar en la tarde del domingo frente a los toros de Valdefresno con motivo de la Feria de San Isidro.
Morenito de Aranda que tomó la alternativa en Valladolid hace justo una década, diez años después vive el momento de madurez singular, cuajado, hecho, formado en su toreo de plenitud y temple, ofreciendo a los aficionados verdad y entrega sin fisuras y eso le da vitola para seguir al marro que esto no ha hecho más que empezar.
Siempre es motivo de alegría y de orgullo que una persona a quien conoces bien es verdad que no demasiado profundamente aunque sí a sus maestros preparadores, alcance el éxito buscado y merecido en tantos años de dedicación pese a que a veces sintiera la desgana y decepción por no encontrar la salida en el largo y proceloso túnel de la vida.
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