No es de despreciar cualquiera de las iniciativas contempladas por organizaciones que tienen como fundamento la disciplina de la Tauromaquia como uno de los aspectos en los que se basa su propia existencia. Tal ha sido la mañana pasada en Tordesillas cuando los integrantes del Foro taurino convocaron a mostrar un toreo de salón entre los viejos cantos del recinto que fue torero en otro tiempo y que aún conserva el resquicio, al menos en el corazón de muchos de los que acudieron, y a contemplar las evoluciones de los diestros David Luguillano; Alberto Durán y Pablo Santana además del que fuera novillero de Megeces Ramón de la Calle.
El antiguo cuadrilátero de la plaza se transformó en redondel a medida que avanzó la mañana y el mediodía trajo sol y expectación además de niños con lo que el objetivo quedó sobradamente cumplido. David expuso los rudimentos de la lidia con el capote en un repertorio amplio; Santana con la muleta en la derecha y Durán la muleta en la izquierda. Estirándose los tres como requieren las circunstancias, los aplausos no tardaron en llegar para estos diestros, pues numeroso público siguió con interés el desarrollo de esta clase práctica, reconociéndoles su trabajo y esfuerzo. Luego serían los chavales quienes pusieron en marcha las enseñanzas.
Miembros del Foro taurino repartieron además entre todos los asistentes polvorones de la marca del «Toro de la Vega», elaborados por Dulces Galicia, que tienen tanto prestigio y fama merecidas en todos cuantos saraos asoman y relucen. El bueno de Javier de la Cruz, miembro del foro se encargó del reparto, mientras los matadores exponían sus motivos por los que habían acudido a la llamada del Foro. Y al final, regalos taurinos para los participantes. Entre los espectadores, el mismo director del Museo del Toro de Valladolid, Jorge Manrique; aficionados y aficionadas venidos de diversos lugares de la geografía provincial e incluso regional, como miembros de la peña la Verónica de Toro, con su Presidente Benito a la cabeza; además del presentador del acto que en esta ocasión recayó en Pepe Estévez, el crítico taurino de Opinión y Toros.
Tanto los tres maestros como el novillero mostraron su deseo e hicieron hincapié en la promoción de los toros tan necesaria entre las generaciones jóvenes y que por eso ellos estaban aquí, para enseñar e inculcar una afición a la que se adhirieron numerosos chiquillos, una nutrida pléyade de chavalines de corta edad quienes gustosos no dudaron en emular a sus ídolos toreros con capote y muleta.
Primero ellos mostraron el toreo con el capote, después con la muleta y sobre todo la constante brega que se precisa en la lidia de un toro bravo. Luego practicaron los niños con toda su ilusión y alegría.
Entre ellos apareció un chiquillo de 13 años de edad, Samuel Brezo, alto, espigado, quien presentó unos fundamentos y ganas envidiables por coger los trastos y ponerse delante de un novillo. Samuel, el nieto de Feliciano Brezo, tiene estilo, quiere y presenta un tipo que, de no malograrse, podría entrar en la nómina de los matadores de toros en un futuro. Y si no, lo veremos con el tiempo. Causó sensación la forma de asimilar los conceptos que sus profesores espontáneos en la mañana de hoy le expusieron, en este joven chiquillo que guardó con cuidado sus pertenencias, capote y muleta, hasta la próxima intervención.
En resumen, una bonita y agradable jornada la vivida hoy en Tordesillas donde el toreo se hizo carne mortal entre los huesos y andares de David Luguillano, Alberto Durán y Pablo Santana para todos los niños y por el bien de la Tauromaquia, mientras la esperanza por el toreo renacía entre las manos de los niños que agarraban suavemente un estaquillador cuando ya está echado el cierre de la temporada taurina.
Reportaje gráfico: José Fermín Rodríguez.
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