¡Qué toros los del pueblo de mi madre!- decía un buen amigo, zamorano cuando le preguntaba por los animales que se lidiaban en los pueblos de la provincia al llegar las fiestas. Y esta vez en Palencia han sido los de León y concretamente de Valdellán, la estupenda ganadería del cenobio silencioso que fuera de los frailes y cuya finca pasó a Fernando Álvarez Sobrado, un hombre entregado a su labor, que busca la casta de aquellos toros del Hoyo de la Gitana. Seis novillos toros echó la empresa a tres novilleros que bastante hicieron con acabar indemnes del reto. Unos más cuajados que otros, pero los seis enrazados, duros, serios y encastados. Ellos fueron Juan del Álamo, oreja y pitos en el toro en que le dieron tres avisos. José Ignacio Rodríguez, aplausos y silencio con un aviso y Diego Fernández, pitos en el toro al corral y silencio.
El que a un torero le echen el toro al corral, más por fallar a espadas que por alargar la faena es un desdoro que entra dentro del haber de su historial. Ahora bien, habría que analizar todos los aspectos relacionados con la lidia de los seis amarracos de Valdellán, bien presentados de hechuras y aprendiendo casi de inmediato si se les hacían las cosas mal. Cuatro de los toros fueron aplaudidos en el arrastre y uno de ellos, que vendió cara su vida y que a cada puntillazo se levantaba y volvía a embestir, ovacionado con mucha fuerza. Algún espectador pidió el pañuelo azul para el toro al que propinaron tres puyazos, cuatro pinchazos y tres golletazos hasta que el animal dobló, una vez que oyó el clarín de los tres avisos.
Hoy los protagonistas son las reses lidiadas en Palencia de Valdellán y no los toreros, con poca escuela, ligeros de equipaje en cuanto a festejos se refiere. Tan sólo Juan del Álamo, más placeado hizo lo mejor de la tarde en el que abría plaza y sobre todo, el comienzo de faena al toro en el que escuchó los tres avisos, intentando lucirse, fajarse con su enemigo y hacerle embestir con un galope, sin abrir la boca que causó admiración a más de un aficionado.
De todos modos, Palencia, que es una feria con público más dado a aplaudir, ovacionar y estimular a los toreros que a reconocer abiertamente el comportamiento de los toros, en donde se pide música, batiendo palmas con fuerza, casi antes de comenzar la faena, reconoce la labor de cuantas personas participan en la lidia, obviando a un segundo plano el comportamiento de las reses. Sin embargo hoy, el personal estalló en una ovación atronadora cuando arrastraban al cuarto de la tarde, el toro al corral de del Álamo. Sólo faltó el pañuelo azul en la presidencia.
Los toros que estaban en un peso rayando la media tonelada, con un promedio de 470 Kilos, pica arriba, pica abajo, fueron con galope alegre al caballo. Hubo uno, el tercero de la tarde, que recibió, por fas o por nefas, tres puyazos de tente y no te menees, pero como si nada y no digamos el sexto. El animal iba al caballo en cuanto se movía. Ni uno solo abrió la boca.
Si hubiera que poner algún pero a la dura y roqueña corrida de esta tarde en Palencia, lo llevaría el segundo de la tarde que hizo amago de rajarse en algún momento de la lidia, pero reconducido al terreno que pedía su matador, tras pincharle tres veces y antes de propinarle una estocada, arrolló al subalterno José Ramón de los Ríos, dándole un puntazo en una pierna y una paliza de órdago.
Y, por último creo que de esta corrida, como no podía ser menos, salió con un golpe en el brazo también el mismo empresario de la plaza, Sebastián Rodríguez, cuando ayudaba a un subalterno con demasiada humanidad, que cogió el olivo tras hacer el toro hilo por él una vez le colocó muy bien y en su sitio un par de banderillas. Al saltar la barrera golpeó al bueno de Sebastián, sin mayor importancia.
En fin, la crónica de hoy se la lleva VALDELLÁN,(¡enhorabuena, ganadero!). Y eso gracias a los novillos de la única ganadería de bravo que hay en León, en el pueblo de Santa María del Río, por sus méritos. ¡Qué novillos más duros!, era la expresión más repetida a la salida. Ni uno se cayó. Creo que los toreros hoy soñarán con ella. Pero bueno, mañana será otro día.
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