El final de la temporada taurina marca las horas del viejo reloj aupado en la tronera del tejado, mientras los trebejos de los toreros descansan del ajetreo diario, de las idas y las venidas, de los gozos y de las sombras, los disgustos y aquellos otros momentos de felicidad incardinados en la existencia de unos hombres que han puesto en su vida como primordial las esencias de la Tauromaquia, a la que aman, respetan y engrandecen un día y otro.
El capote, plegado en su baúl o en el armario o esportón donde descansará una vez limpiado hasta que de nuevo otra vez el clarín haga que su amo lo despliegue y sacuda para lancear al toro bravo, a su amigo del alma, compañero, increíble animal que da y quita razones, sitios, fama, bienes materiales e inmateriales, dinero y satisfacción, orgullo y sentimiento. Sobre él la montera, el tocado con que la cabeza del diestro que debe estar en perfecto estado de clarividencia y pensamiento, libre de pesares y angustias externas, se cubrirá para dar comienzo a la lidia y también para ofrecer a los demás su arte, su torería, su regalo…
Ha llegado el momento en las que tardes de toros quedan ya en el recuerdo de una temporada acabada. El silencio de la meditación, la preparación siempre y en todo momento del torero pervive, sigue paso a paso y día a día, haga frío o calor, llueva o nieve, la brega, el movimiento, el ejercicio físico que no puede detenerse ni un solo instante, con el control de la alimentación, de la vida y de las relaciones humanas. Sueños de cadencia torera, pausa y andares, lances, naturales, y la media de ensueño vienen a la mente de los profesionales y de cuantos de una u otra forma estamos al lado de quienes se dedican a esta actividad artística, valerosa y eternamente bella.
Es hora de visitar con pausa y parada a quienes han hecho del toreo su vida, del cuidado ganadero, de la organización del rito y espectáculo, para seguir dándoles ánimo y ofrecerles siempre la colaboración desinteresada, el apoyo y el encuentro de amigos que saben lo que cuesta llegar y conseguir hacer realidad un proyecto de vida como el dedicado al mundo taurino. A todos ellos estas palabras teñidas de emoción y de reconocimiento agradecido. Y entre ellos todos los nombres: Ángel; Carlos; Sebastián; Martín; Simón; María Jesús; Cipriano; David; Alberto; Mariano; José Ignacio; Luis Miguel; Tomás; Jorge; Gustavo; Manuel; Ramón; Lorenzo; Íñigo; Pablo; Javier; Pedro; Mario; Constantino; José Miguel; Nacho; Toño; Fernando… Gracias porque me han enseñado a ver y a vivir los toros desde otro punto de vista.
Foto: Fermín Rodríguez
Maria dice
Y los empleos que dan los toros. Tambien los quitaran los antitaurinos de la m… Toda la gente tenemos que pensar en mejorar esto y7 hazerklo mas grande. Saludos .Maria