Está llamando San Roque a la puerta y los toros corren que se las pelan por los sitios más inverosímiles de nuestros pueblos para deleite y disfrute de la afición. La vieja y antigua tauromaquia de origen, antes de llegar la reglada, se sustentaba con esos toreros de fortuna que, a pecho descubierto, sin más engaños que un trapo, la agilidad del quiebro, o la espontaneidad en el cite daban soberbias largas cambiadas, recortes ceñidos frente a las astas intocables de un toro traído al pueblo tal y como la vaca lo parió. Este es el caso de un pueblo zamorano, Morales de Toro, que rinde pleitesía a la Tauromaquia más tradicional, más incardinada en la raíz humana de nuestras gentes y una de las más singulares y representativas que todavía podemos contemplar por ahí.
Morales de Toro, pueblo a caballo entre Toro y Villaster, aquella ciudadela de «toros en Pedrosa, palos en Villaster, por San Abdón y San Senén» enseña al aficionado, echa por sus calles y plazas reses de considerable trapío y acometividad. Tanto que hasta se dispone que se guarden en la Casa consistorial, en la misma plaza mayor del pueblo, habilitada con remolques, gradas y talanqueras, para que los toreros de fortuna, de ayer y de hoy, disfruten de lo lindo. No es de extrañar pues que entre más de un bando de la alcaldía, boletín de la provincia o papeles reclamos del municipio, se custodien también incluso en sus escaleras toros bravos.
Había en Morales un alguacil que ya se jubiló hace un par de años y que sabía de estas cosas, el cual a mí personalmente me atendió cuando encaminé mis pasos a la Villa moralina por ver y gustar de esos toros que tanto vi en el retrato y cuya incredulidad alcanzaba cotas insospechadas hasta que un amigo de allí, Filemón el maestro, me habló de los toros de su pueblo, corroborado por aquello de, si no veo no creo de Santo Tomás el apóstol, y de la forma de encerrar, correr y jugar al toro con unas peladillas en hechuras y cuernos de padre y muy señor mío.
Doy fe de cuanto se dice y ahora con el préstamo de José Carpita, el fotógrafo torero popular más reconocido por estos lares que ha obtenido el galardón de Fuentesaúco, y aquí traigo unas imágenes del toro municipal que no accedió de milagro al despacho de la Secretaría del Ayuntamiento en una de sus arrancadas constituyéndose en guindilla de otro tiempo y guardián de una casa consistorial que huele a la vieja tauromaquia popular.
La verdad es que la anécdota puede parecer un sueño. Pero tratándose de Morales de Toro, es un sueño hecho realidad.
Y si saliendo por la portada de piedra, renacentista de otra época, uno se encuentra un toro de considerable arboladura, trapío y fuerza es que está en Morales de Toro al llegar San Roque. No se lo pierdan.
Fotos: José «Carpita»/ patronato del toro vega
Deja una respuesta