El bautizo llegó a una veintena de becerros en la explotación ganadera que tiene Luis Antonio Rodríguez «El Taru» allá por la cuesta de la Parrilla, cerca de Tudela de Duero, en una finca donde te saluda una escultura de un toro exageradamente grande colocado sobre un pedestal como símbolo de lo que uno puede encontrarse allí dentro y en cuyos cuarteles pacen apaciblemente toros, becerros y cabestros rumiando en tranquilidad y silencio, sin inmutarse demasiado pese a la algarabía de los invitados al «bautismo de fuego» de una mañana de domingo que se empezó con lluvia y acabó con sol. Estas reses son marcadas con el hierro de «JARAGUA» que es la denominación con que el mismo ganadero sella a fuego los lomos de los diecisiete machos y dos hembras en esta ocasión, además del número de guarismo y el emblema ganadero.
De siempre Taru que dedica su vida a dar toros por los pueblos y cuyos ejemplares adquiridos en compras y ventas hacen que su personalidad sea más que conocida, especialmente en encierros y toros corridos que despiertan la afición, ha gustado tener, como todos cuantos se dedican a la crianza del ganado bravo, una partida de reses de su propio hierro, criados por él, pues la ilusión y el veneno de la crianza es creatividad futura que mueve muchas de las decisiones de uno mismo.
Luis Antonio Rodríguez «Taru» dispone de su explotación con instalaciones donde pueden pastar los animales, habituarse al manejo de los mismos y verles crecer, correr, bufar, pelearse y llegar a la lidia con toda la pujanza y fuerza de un toro de lidia. Su ilusión sigue innata, firme y convencida y su camión pintado con el dibujo que le han colocado sigue siendo conocido por muchas localidades no solo de la provincia de Valladolid, sino también de las comunidades valenciana y andaluza en donde ha echado toros a las calles con profusión y acierto.
Además le hemos oído en mesas redondas, conferencias e intervenciones su defensa a ultranza del toro de lidia, de su cuidado, manejo y de enorgullecerse con la actividad ganadera con la que soñó desde niño y sigue ahora en su madurez practicando, montando a caballo, apartando, dando de comer, cuidando y sirviendo a una raza de animales única en el mundo, la del toro bravo. Que tengas mucha suerte, ganadero, en tu empeño. Ya nos veremos.
REPORTAJE GRÁFICO: José FERMÍN Rodríguez
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