Cuando ya la noche había cerrado su manto, salían por la puerta grande de las Ventas de Valmojados los novilleros Ricardo Maldonado y El Adoureño, tras cortar tres orejas el primero y una a cada ejemplar de los de su lote el francés. Por resumir, con media plaza escasa y buen tiempo se han lidiado novillos de Torregrande, nobles y con escasa fuerza los tres primeros, bravo el cuarto, manso de solemnidad y libro el burraco quinto y manejable el que cerraba festejo por los novilleros Ricardo Maldonado, oreja y dos orejas; Darío Domínguez, vuelta y silencio y Yannis el Adoureño, oreja y oreja.
Al quinto de la tarde le dieron de lo lindo en varas, con feo estilo por parte de los varilargueros y con una lidia digna de sanción, pues lo que se hizo para picar al ejemplar que salía de naja en todos los encuentros con el caballo no debe darse en una plaza de toros, sobre todo cuando para eso están las banderillas negras.
El palco de la novillada, muy generoso y amable con los toreros y respondiendo a la petición escasa del público, dando orejas como si las faenas hubieran sido un dechado de elegancia, virtud, temple y poderío, cuando todas ellas estuvieron muy por debajo de lo que son capaces estos novilleros. El mejor parado de todos, sin duda alguna, el vallisoletano Ricardo Maldonado que puso algo más de gusto en su trasteo ante el primero de la tarde, con un ajustado saludo capotero y un buen quite tras la suerte de varas. Brindó al Taru, empresario de la plaza y organizador de los festejos que pone la carne en el asador por facilitar un festejo a quienes quieren ser toreros. La faena fue larga y tras pinchazo, estocada entera y dos golpes de verduguillo recibió una oreja. Cortaría dos al cuarto de la tarde, un utrero con toda la barba y morrillo, el mejor de los lidiados esta tarde, al menos como manejable. Maldonado estuvo en su sitio, componiendo la figura y toreando con cierta soltura. Perfilado para matar, entró derecho y logró una estocada entera que echó por tierra al animal, cayendo las dos orejas en su esportón, pedidas más con gritos que con pañuelos exhibidos.
Darío Domínguez empezó muy bien ante el segundo de la tarde, recibiéndolo de rodillas con una larga y rematando el saludo capotero con un farol de hinojos. Tras descalzarse, brindó la faena al público que empezó de rodillas para seguidamente sacar a los medios al burel. Se estiró al natural con estilo en algunos momentos del trasteo, especialmente en dos series con la izquierda. Remató con dos buenos circulares de profundidad y bien ejecutados. Otra cosa fueron los aceros. Varios pinchazos y estocada además de dos descabellos supusieron un calvario para el iscariense. No obstante dio la vuelta al ruedo. Con el quinto, el burraco manso de solemnidad radical me gustó en los tres doblados por bajo al comenzar la faena pero al comprobar que el utrero quería cazar moscas, tiró por la calle del medio, despachándolo entre el silencio del respetable.
El francés Yannis el adoureño que también brindó el tercero de la tarde al empresario de la plaza, toreó bien y con cierta galanura por el pitón izquierdo, el del toro, logrando instrumentarle una faena de menos a más. Acabó el trasteo del francés con un circular y un desplante aplaudidos por el público. Tras pinchar sin soltar recetó una estocada entera un punto caída, recibiendo una oreja, mismo trofeo que se repetiría con el que cerró plaza, logrando así abrir la puerta grande de la que salió con el titilar de las lentejuelas de su traje de luces en noche cerrada.
En resumen. Una novillada más dedicada a quienes más lo necesitan, estos muchachos que quieren ser toreros, pero que deben mostrarse más arrojados, comprometidos y creíbles de sus propias facultades y fuerzas, sin arrugarse y torear con espaciosidad y tranquilidad que las prisas nunca han sido buenas.
Fotografías: José FERMÍN Rodríguez.
Puri dice
Que planta tiene Maldonado!!!!!Pocos hay que la tengan,