Los tres rejoneadores salieron a hombros en una tarde en la que sólo mereció abrir la puerta grande Leonardo Hernández.
Con mucho cemento en los tendidos, a las seis de la tarde comenzó puntual el primero de los dos festejos mayores de Medina. Los rejoneadores Sergio Domínguez, Paulo Jorge Santos y Leonardo Hernández tomaron sus cabalgaduras y rejoneron a unos mansurrones novillos-toros de Antonio Pérez. Sólo el lote de Leonardo fue aceptable para realiza las diferentes suertes. Dos orejas y un rabo, reconocimiento excesivo, arrancó Leonardo de su primer toro, en su segundo un sólo trofeo sirvió para reconocer el trabajo del único que mereció abrir la puerta grande.
Sergio Domínguez consiguió realizar dos faenas con oficio en las que sacó de donde no había con dos toros rajados aquerenciados en tablas, cortó una oreja en el primero y dos en el segundo.
El portugués Paulo Jorge Santos no encontró el sitio en el primero, un marmolillo al que tardó en banderillear, pinchó con el estoque en varias ocasiones y no recogió ningún trofeo. En su segundo, tras una faena de poca altura cortó dos orejas, de nuevo la presidencia se excedió en los trofeos.
Fue una corrida de rejones mediocre en la que los gestos toreros de Leonardo y el oficio de Sergio Domínguez se convirtieron en las únicas notas reseñables en una tarde en la que hubo más ruido que nueces.
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