El torero vallisoletano Manolo Sánchez abrió la puerta grande del coso de Zorrilla en la primera de la feria de Nuestra Señora de San Lorenzo con una faena entregada, armada sobre la mano izquierda y haciéndolo bien ante el toro «pitito» de la ganadería de Valdefresno, de media tonelada de romana, que brindó a su primo Fernando por los quehaceres que a su lado desempeña y por el cariño que le tiene. En su primero había cortado una oreja. Con tres apéndices en su esportón como balance de la tarde, puede decirse que Manolo ha sido torero en el lote que le tocó en suerte, un colorado de generosa arboladura y el mencionado pitito de pelo negro, animales nobles que respondieron a los cites del diestro, aquel algo más duro de cerviz y éste embistiendo despacioso y lento, siguiendo el camino que le señalaba la pañosa de Manolo.
Completaban el cartel David Luguillano y Joselillo, compañeros de fatigas y profesión de Manolo, que no estuvieron demasiado sobrados de arte y galanura. David falló estrepitosamente a espadas con los dos, «buscatodo» y «lironcito«, flojo y sin fuerza el que abrió plaza y feria; y noble, serio y encampanado cuarto al que toreó con su estilo peculiar en algunos momentos. Había pasado algunos apuros Luguillano con la capa, pero cuando lo sacó afuera, dio unos pases a cuentagotas muy entregados y bellos. Cuando acabó con la vida del animal, la gente aplaudió al toro en el arrastre.
El más joven de la terna Joselillo, valiente y entregado con sus enemigos, uno brindado al cielo y otro a la concurrencia, no pudo lucirse demasiado con el rebrincado y flojo tercero de la tarde, aunque embestía de largo, por lo que inició su faena con un pase cambiado citando desde los medios. El toro, a medida que transcurría la faena, iba acortando el viaje, como si supiera lo que se dejaba atrás. Bastante tuvo Joselillo con despacharlo de pinchazo y estocada.
En el encastado sexto que cerraba la corrida estuvo aseado, aguantando en todos sus encuentros con él. El de Valdefresno iba largo por el pitón izquierdo, pero la Presidencia esta vez ostentada por Félix Feliz, asesorado por Fernando Merino, le envió un recado en forma de aviso, pues no acertó con el estoque y sobrepasó de tiempo la faena. Dos pinchazos, estocada y descabello atronaron por fin al animal recibiendo aplausos del público, mostrando en su cara el diestro la contrariedad pues su trasteo había sido honrado, aguantando, pudiéndole a «campanero» que así se llamaba el de Valdefresno.
Manolo Sánchez salió a hombros entre los aplausos del público. Y antes de empezar la corrida, al acabar el paseíllo, se leyó un manifiesto a favor de la fiesta de los toros, aplaudido por el tercio de plaza que se dio cita a ver los toros de Valladolid, y miembros del equipo directivo de la Federación Taurina posaron en la puerta de la plaza con una pancarta alusiva a la fiesta, tal y como se atestigua con la imagen que aquí se coloca.
En resumidas cuentas, desde el burladero número 4 en el que ahora me ha colocado la empresa VALTAURO se ven los toros de otra manera, se les oye bufar y aprecias la faena del diestro en toda su intensidad, sus sudores, miedos y actitudes, sobre todo si uno los comenta con un extraordinario aficionado como es Domingo Nieto con quien comparto sitio y lugar y desde donde les contaré, si Dios quiere, el resto de la feria.
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