La corrida de Hernández Pla presentada hoy en la primera de la feria en honor de la Virgen de la Peña resultó una mansada infumable y con peligro sordo lo que ayudó a que el espectáculo resultara más bien aburrido y sin chispa. Tan solo se salvó Joselillo en el tercero de la tarde al mostrarse voluntarioso en todos los tercios, sometiendo al de Plá y enseñándole a embestir. Tras su faena fue premiado con las dos orejas lo que valió salir a hombros por la puerta grande del Coso de Valdehuertos.
Seis toros de Hernández Pla con hechuras y trapío, bien presentados pero mansos como perros y sin entregarse nunca en ningún momento de la lidia, salvo el corrido en tercer lugar, abrieron la feria tordesillana que organiza la empresa andaluza de José Jesús Cañas «Suerte Natural». En el cartel Juan José Padilla, Serafín Marín que sustituyó al anunciado Sánchez Vara y José Miguel Pérez «Joselillo» despacharon la de encaste Santa Coloma, casi sin despeinarse los dos primeros, con prevenciones, dudas, y entre el silencio y apatía del público que llenó en sus tres cuartos la plaza de toros.
Poco hay para hablar de la corrida de esta tarde si exceptuamos la abundancia de personal en el callejón de la plaza que aún a riesgo de su seguridad permanece en él, sin que la autoridad ponga freno a esta masificación que algún día, Dios no lo quiera, traerá algún disgusto. Pero, en fin, algo hay para contar también. Y creo que lo mejorcito fue una vara bien puesta al tercero de la tarde a cargo de Pedro Iturralde, lo que ahormó al animal y lo mejoró para la suerte de muleta. De esta manera Joselillo fue capaz de hacerle embestir con series, alguna con cierto compromiso al revolverse el animal contra su lidiador. En el que cerraba plaza lo mejor de todo la estocada, entrando al volapié con decisión, fe y resultado efectivo, tirando patas arriba al toro y recibiendo una oreja de la Presidencia que en esta ocasión la ostentaba una mujer, la alcaldesa de la Villa, Marlines Zarzuelo.
De Padilla, voluntarioso en su primero pero indeciso y pobre en el segundo de su lote, lo que le valió alguna imprecación desde el tendido, encarándose con la zona que había proferido el exabrupto. El individuo en cuestión ubicado en la solanera le espetó: «padilla, torero bombero!», tras ser incapaz de no lidiar ni querer ver al segundo de su lote. La mirada iracunda y de fuego dirigida por el torero hacia el espectador fue de las de órdago, perfectamente vista por quien esto escribe. Pero hay que reconocer que demasiado hicieron con la infumable corrida presentada en Tordesillas por la empresa.
Los otros toros del encierro que cayeron el manos de Serafín Marín, también difíciles y mansos peligrosos, lo que acrecentó las prevenciones de matador y cuadrilla. Hasta llegó a tirar la muleta y salir por pies en uno de los arreones el torero catalán. Marín estuvo soso, ausente, nada entre dos platos. Además recibió dos avisos en el quinto de la tarde y a punto estuvo de caer el tercer recado presidencial y mandarle el toro al corral. La gente espectadora, formal, aficionada silenció ambas faenas del diestro que no estuvo nada afortunado en Tordesillas en la tarde de hoy.
Deja una respuesta