El torero salmantino Manuel Diosleguarde ha sido proclamado vencedor del «Garbanzo de Oro» en Fuentesaúco para novilleros sin caballos en su séptima edición tras cortar tres orejas en los novillos de su lote y salir por la puerta grande de la Villa garbancera en hombros.
Buena novillada de Pablo Hermoso de Mendoza, con erales enrarazados en general, bravos y nobles, bien presentados, con dos de ellos algo broncos y duros que precisaron un puyazo de ahormamiento,. Encastados y aplaudidos en el arrastre todos ellos.
Con la media plaza del sol desangelada y ausente de espectadores y casi media en el sombrío, han sido lidiados por Raúl Montero, de Salamanca, ovación y una oreja; Juan Collado de Navas del Rey (Madrid), ovación con saludos y oreja y Manuel Diosleguarde, del pueblo salmantino de Diosleguarde en la comarca de Ciudad Rodrigo, dos orejas y oreja. Algunos defectos de «fábrica» en el festejo como la ausencia total de areneros y rastrilladores y sin alguacilillo correllaves para abrir el paseíllo, lo que da síntoma de una falta de atención y escasa afición por engrandecer esta fiesta, no obstante la tarde ha resultado entretenida, muy agradable y esperanzadora por aquello de los renuevos que quieren aspirar a ser toreros.
En esta ocasión tres novilleros que además participaron con muy buen pie en el bolsín de Zamora acudieron a Fuentesaúco a dilucidar la gran final y el premio sustancioso de «El Garbanzo de Oro», premio que tienen instituido desde hace ya siete años el Ayuntamiento zamorano de dicha localidad vecina del valle de la Guareña.
Abrió plaza Raúl Montero, vestido con un terno azul pavo y oro, enfrentándose al colorado de Pablo Hermoso de Mendoza, con un pitón izquierdo mejor que el derecho y sobre el que cimentó su faena el novillero de la Escuela de Salamanca. Fue volteado en un par de ocasiones, una al entrar a matar, resultando cogido de mala manera y recibir un volteretón en el cuarto al citarle por la izquierda y quedar descubierto, dándose una costalada de la que quedó maltrecho y cojeando ostensiblemente. El agua milagrosa y la atención inmediata, además de las ganas del muchacho fueron circunstancias que restañaron de inmediato los tarantantán recibidos. Sobre todo el segundo de su lote, cuajado, astifino, que mereció recibir un puyazo para ahormar su embestida.
Raúl Montero estuvo valiente pese a todas las contrariedades con las que debió pechar esta tarde y al matar de una entera, el público pidió al Presidente la oreja que le fue concedida.
Juan Collado, el madrileño, vestido de blanco y oro, anduvo con solvencia ante sus dos ejemplares. Al segundo de la tarde, un jabonero bravo, abierto de cuerna y encastado lo saludó con el capote, sacándole a los medios y los dos pares de banderillas pidió el cambio de tercio, brindando al público la faena de muleta. Comenzó con un tanteo por bajo, doblándose con el toro y templando su embestida, luego con la mano derecha ejercitó dos series bastante aseadas y meritorias, culminando con desplante de rodillas ante la cara del novillo. La espada le jugó una mala pasada pues aunque señaló arriba los dos pinchazos previos, logró una estocada muy perpendicular que asomaba en el cuerpo del animal.
En el quinto, al que David Adalid colocó dos pares de banderillas señoriales, poderosos y muy aplaudidos por el público, lo que le obligó a saludar desmonterado al gran y elegante subalterno, Juan Collado estuvo más sereno y tranquilo, con un toreo de mano izquierda muy templado y por el que arrancó fuertes ovaciones del tendido. De nuevo pinchó arriba con la espada y tras media, despachó al burel de Mendoza, recibiendo una oreja.
Y el ganador. Manuel Diosleguarde, con terno azul cielo y oro, el pupilo de José Ignacio Cascón, saludó por verónicas con estilo al primero de su lote, un novillo que por arriba dejaba síntomas de bruto, pero por abajo seguía la tela con celo y emoción. En este novillo recibió el torero un golpe en la cabeza que le dejó unos instantes grogui y le produjo una pequeña brecha en la frente. Pese a la contrariedad, se perfiló y logró una estocada efectiva ya de por sí merecedora de oreja y que el público pidió con fuerza con sus pañuelos y arrancó la segunda de la Presidencia de la Plaza.
Con dos orejas en su esportón tocaba cerrar la corrida al novillero de la Escuela de Salamanca. Toreó al de mejor condición del encierro navarro, un novillo negro, bravo y noble de excepcional condición. Dioseguarde estuvo con ganas, estirándose, toreando con ambas manos series muy aplaudidas en una faena muy variada, de temple y poderío. El animal iba y venía a los cites con alegría y prontitud lo que unido a la destreza del muchacho, encandiló a los espectadores. Y así aunque pinchó dos veces en todo lo alto, hasta que logró la estocada, se pidió la oreja que le fue concedida.
Al final del festejo salió a hombros por la puerta grande.
Manuel Diosleguarde es un torero en ciernes, en formación, como los otros dos, pero que ya despunta unas maneras dignas de atención, merecedoras de reconocimiento y aplauso, cuidándole, animándole y formándole como hace la Escuela taurina de Salamanca. Es un diamante en bruto para la torería este joven de Diosleguarde, pueblo de la comarca mirobrigense.
FOTOGRAFÍAS: Jesús López y Javier Bernal
Deja una respuesta