La voz entrecortada, pero serena nos contestó la llamada, cuando conocimos el desgraciado accidente, gajes del oficio, sufrido por su marido en la finca de la Cigoñera en Carrión de los Condes. Haciendo, sin duda alguna, de tripas corazón siempre ha estado dispuesta a darnos el comentario atinado, espontáneo, ante la situación por la que atravesaba su esposo Simón, desde que fue ingresado en la UVI de un centro hospitalario de Valladolid, a consecuencia de la cogida traicionera de un toro cojo al que intentaba aliviar el ganadero curándole de su mal, aplicándole el antibiótico en la parte dañada.
María Jesús Pérez, quien lleva en su carpeta la casa, la empresa y los papeles que no son pocos, yendo de acá para allá, de pueblo en pueblo y de fiesta en fiesta para que las localidades puedan tener y correr toros por sus calles y plazas, es una mujer a la que le encantan los toros y todo su mundo. No en balde ella es esposa de ganadero, empresaria taurina, madre y abuela que ha inculcado la afición a hijos y nietos, ayuda a en la dirección de la finca, controla los pedidos de piensos, forrajes y gastos diversos… es el complemento inseparable de Simón Caminero, el viejo ganadero de los pelos blancos, campechano y afable que siempre nos ha distinguido con su atención y amistad. Acude con él a participar en coloquios, interviene en donde la requieren para mostrar su sabiduría y conocimiento de ese mundo que la tienen enganchada para siempre: Los toros.
Dicen que en los momentos difíciles es cuando se ven los amigos, las personas y quienes respetan al otro. La verdad es que ahora, cuando ya esta mujer está viendo la luz al final del túnel como consecuencia de la tragedia sufrida por el padre de familia como los buenos toreros y soldados «en acto de servicio«, y la sanidad de su esposo alcanza cotas de normalidad y recuperación, seguro que su recuerdo sigue estando otra vez en la tauromaquia y en cuanto ella conlleva: Preparar la nueva temporada, ahora que la presente está ya en las últimas boqueadas, envejecer con un ajetreo más propio de aspectos juveniles que maduros, con sustos, disgustos y penalidades que desgarran la vida cuando mejor está. En el objetivo de esta dinámica mujer que no se arruga ante las dificultades y sigue mostrando una voz amable, recia y esperanzada por seguir aportando su granito de arena a esta parva inmensa que representa para muchas personas la fiesta de los toros, con la continuidad en el trabajo y el esfuerzo diario.
María Jesús Pérez, a quien conozco desde hace unos pocos años, y con quien he compartido mesas de debate, divulgación, análisis de los aspectos taurinos en asociaciones, así como momentos del toreo de Raúl Alonso, el modesto diestro de Sieteiglesias; de Curro Díaz, uno de sus preferidos, siempre, digo, María Jesús ha tenido para nosotros el saludo, la atención y la facilidad para realizar nuestro trabajo informativo, acogiéndome como uno más de su equipo, y ella que es conocedora de requisitos, de papeleos y de las muchas tareas administrativas que exigen los organismos oficiales, se mueve en este mundillo como pez en el agua. Pero donde ella da la medida de su personalidad es, como se dice vulgarmente, en los momentos duros y una de las primeras cosas que ha hecho ha sido declarar públicamente su agradecimiento a los medios informativos que se han interesado por la salud y el estado de su esposo tras el percance sufrido. Ello da también la prueba de su señorío, su fortaleza y su fe en lo que lleva entre manos, porque es taurina de pura cepa.
Fotos: José Fermín Rodríguez/Federación taurina de Valladolid
Deja una respuesta