Una jovencita de 17 años que quiere entrar en esto tan difícil del toreo y que para ello lleva desde los seis años en que se puso delante de una becerra por primera vez y como bautismo, es capaz de sentir el toreo de la forma que el retrato de Julio Palencia recogió en su Cuenca natal. Marta anda con el subalterno de Alaejos Jesús Ojeda que es quien lleva a la niña, la ayuda y la enseña cuanto él mismo sabe de esta profesión.
Una mañana de este caluroso verano me han presentado a Marta y en su mirada vivaracha y ansiosa llevaba las ganas de querer ser torero. Con qué fruición y alegría me enseñó las fotos en las que aparece toreando unos novillos de hechuras más que aparentes, vestida de campero, pues aún no ha tenido la oportunidad de vestir un traje de luces ante el público para que la vean torear. Es otra de las mujeres toreras que se está haciendo en capeas y poblaciones dando unos muletazos, unos lances más o menos afortunados a toros que ya quisieran para sí muchos maestros de la Tauromaquia.
Su nombre es Marta Reillo aunque el artístico, mucho más sonoro y taurino, es MARTA ORTEGA y es natural de Olmeda del Rey, pequeña población conquense muy aficionada a los toros que tienen en Marta una de sus vecinas a la que aplauden y respetan con orgullo. Desde que de chiquilla utilizaba los paños de cocina para dibujar los lances y decía a su madre que quería ser torera, tanto su padre como su tío fueron causa de la afición. Cuando contaba quince años, y sin que nadie la obligara, salió a torear una becerra en su pueblo y allí surgió de nuevo la emoción, las ganas y la chispa para torear pues era lo que la llenaba como persona.
Debido a su físico cuando toreaba en las capeas de la tierra de Cuenca, algún chusco para martirizarla en lugar de apoyarla la decían que más valía para picadora que para torera. Eso la afectó muchísimo a la muchacha, sufriendo entre lágrimas y decepción, dejando de comer y cayendo en el pozo negro de la enfermedad y de la apatía. Pero si por los toros cayó, por los toros volvió a levantarse, cogió fuerza y recuperó la masa muscular de nuevo, ejercitándose en la escuela de Cuenca y entrenándose todos los días.
En estos momentos Marta Ortega sigue al pie del cañón y aunque sola, sin el apoyo de nadie en un mundo tan difícil y más para una chica, intenta luchar cada día hasta darse cuenta si vale o no, como ella dice, para la profesión artística.
La nómina de mujeres toreras en España es escasa, muy escasa. Parece como si se viviera una época bastante más complicada que la que tienen que afrontar los hombres, especialmente entre novilleros sin caballos, pero siempre surge una chispa de esperanza, como la comentada, la de Marta Ortega, pupila de Jesús Ojeda, a la que estamos deseando ver vestida de luces cualquier día en cualquier momento. Ella también merece una oportunidad.
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