Se ve que cuando una persona pone su empeño en agradar a sus paisanos, estos le reiteran el otorgamiento de su confianza, porque, como dice el refrán «Algo tendrá el agua cuando la bendicen», Veinticuatro años ya, que no es paja, Martín sigue dando los toros en su pueblo. Siempre con la profesionalidad y el buen hacer que le distingue. Esto hace que la tierra de la Moraña abulense siga viendo los toros que él trae a su pueblo natal.
Y es que no hay nada mejor como ser del mismo pueblo para esmerarse y tratar de hacer las cosas bien. Es evidente que nadie va a dar duros a cuatro pesetas, pero sí hay que tener en cuenta que muchas personas se desviven y ponen los cinco sentidos para agradar a sus mismos paisanos, con los que convive todo el resto del año.
Perrino es una institución en Arévalo, un hombre que, siguiendo los pasos de su padre, ha estado siempre en el mundo del toro. Y en esta ocasión, el Ayuntamiento le ha otorgado como gestor la concesión de cuatro años más para organizar los festejos de toros en su moderna y coqueta plaza de toros.
Martín Perrino en Arévalo se ha impuesto a la otra oferta presentada, la de Trapero, Montero y Calderón conocida como Sinta y la Corporación municipal le ha renovado su confianza.
Tal vez haya alguno que piense más en lo malo conocido que en lo bueno por conocer; aunque siendo justos y ecuánimes el caso de Martín Perrino en Arévalo es más que sintomático, agradecido, reconocido y otorgado. Porque no hay mejor cosa que intentar hacer las cosas bien, poniendo el alma en ellas.
Cuatro años más en la plaza de Arévalo y Martín, echando ya canas como los demás, plateadas las sienes, sigue sintiendo la fiesta de toros en su pueblo y colocándola a una altura realmente envidiable. Eso demuestra que es un empresario taurino de calidad y arraigo.
Luego, los resultados ya dirán lo que tengan que decir. De momento, que le quiten lo bailao.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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