En uno de los burladeros del callejón, y pocos instantes antes de dar comienzo el festejo, siempre suele haber una persona representante de la ganadería titular que hace acto de presencia y sigue con atención, emoción contenida y, a veces, anotando en una libretilla las acciones de sus ejemplares en los momentos de la lidia: Si han sido bravos, si han embestido con franqueza, si han mostrado o no nobleza, si han empujado en varas y si han cumplido o no en las manos del torero. El porte, ante todo, con su traje corto, calado el inconfundible e inseparable sombrero de fieltro, de ala ancha y con copa cilíndrica baja, las botonaduras completas donde el hueso o nácar de los botones brillantes se muestran en fila ordenada en la misma bocamanga del terno.
En esta fotografía captada a Luis Salguero, el mayoral de la ganadería andaluza de Fermín Bohórquez, quien en los Cortijos la Peñuela o Fuente Rey realiza su trabajo para la explotación agropecuaria del formidable rejoneador jerezano, mira fijamente y sigue la evolución de su toro en una plaza. Comedido, tranquilo, sin perder un ápice de interés por cuanto sucede en el ruedo para después ordenar, reestructurar y fomentar o no un trabajo dirigido a un aspecto determinado.
Todos los mayorales sienten, sin duda alguna, cuando su toro no cumple como es debido en la lidia, lamenta en silencio y rumia el fracaso de un producto ganadero al que ha dedicado su vida y todo su tiempo en conformar un animal bravo, fuerte, duro y noble, pero que es impredecible cuando por la madre naturaleza y la genética no llega al nivel de resultados esperado.
A lo largo de estos años hemos intercambiado opiniones con algunos de los mayorales significativos del campo bravo, especialmente y por razones obvias de Castilla y León. Doblados muchas veces por los fríos y calores, llevando la comida y la atención a las reses todos los días, revisando las cercas, porteras y alambradas de cuarteles, controlando las parideras, marcando a los becerros, montando a caballo con la garrocha bajo el brazo, yendo y viniendo por la finca y viviendo con sus toros… ellos son ¡pozos de sabiduría taurina!.
Mayorales de ganaderías, los mayores, superiores del grupo de trabajadores que ejercen en la dehesa, a veces más importantes en la conformación y elección ganadera que los propios titulares de las explotaciones, son un ejemplo también para los aficionados taurinos, no solo por su experiencia y sabiduría sino porque su espíritu mismo, su deseo, su grandeza y su esfuerzo está entregado entre unos campos de pasto y encinas a los toros bravos.
Foto: Fermín Rodríguez
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