Importantes acontecimientos taurinos se anuncian para Olmedo (29 septiembre a las 5,30 de la tarde), Mayorga de Campos (28 de septiembre a las 5 de la tarde) y Mojados (6 octubre a las 6 de la tarde), las últimas localidades de Valladolid que cierran las festividades patronales de un año en el que las fiestas de toros han vuelto a celebrarse con alegría, participación y asistencia de público. Las Ferias de San Miguel son el broche final de una temporada marcada por el arraigo de la Tauromaquia en nuestra tierra, la diversión y el entretenimiento, el quiebro, el duelo, el cite, la espontaneidad, el toreo de ayer y de hoy en una palabra dándose cita en calles, plazas y talanqueras. Encierros de reses bravas, caballos, cabestros, hombres y mujeres, jóvenes y viejos viven las fiestas de sus localidades con la pasión y pujanza que siempre les ha caracterizado. No me olvido de Castronuño y el baile del «Palillo» antes de proceder a la suelta de los toros.
Por esos sitios andan pequeños empresarios taurinos, siempre fieles mantenedores de la fiesta, aficionados cabales, esforzados toreros y organizadores de espectáculos taurinos que con poco dinero, mucha ilusión y esfuerzo más que considerable son capaces de dar a los pueblos su fiesta. En Olmedo está Manolín Ferrero «Cantoblanco» poniendo en escena un importante novillada sin picadores además de los encierros, probadillas, sueltas y capeas por San Miguel y San Jerónimo, patronos de la Ciudad del Caballero. En Mayorga de Campos, mientras arde el pellejo en honor a Santo Toribio, Jorge Manrique da los toros en un singular recinto, cómodo y moderno, a la sombra augusta del campanario de Mayorga y Luis Antonio Rodríguez «Taru» en Mojados cabalga jinete con garrocha y ramal para encerrar los toros en las Ventas de Valmojados, además de programar una interesante corrida de toros para el día 6 de octubre.
Estas últimas fiestas cuando ya están alzados los cereales y la uva prácticamente vendimiada son el broche de oro a la arqueta del toreo que un año más vence las dificultades y se muestra en pueblos y ciudades ante la gracia y el sosiego de muchos aficionados, pues ya se sabe, como dijo el alcalde de Villalar Félix Calvo Casasola, «una fiesta patronal sin toros, es una fiesta muerta«. Y no le faltaba razón al buen alcalde de Villalar de los Comuneros.
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