Y a poco que hubiera embestido con más clase el segundo de la tarde de nombre «bellaco» y haber acertado con los aceros, también el rejoneador portugués Joao Moura hubiera sido llevado en andas y volandas por la puerta grande del coso de la calle La Amargura en la capital zamorana, acompañando a Pablo Hermoso y a Noelia Mota, porque todo estaba dispuesto y preparado en el tendido a fin de arropar a los caballeros rejoneadores y a la amazona que cerraron el portón de esta feria de Zamora breve, escasa, pequeña y de contenido más que suficiente para las inversiones que en ella se dan.
Era domingo, día último del mes de junio, final de fiestas cuando ya las gargantas de los jóvenes están más que exhaustas a consecuencia del sople, de los cánticos, de la juerga y de la diversión que dura una semana de calendario y ciento cincuenta horas de reloj y se recoge a la gobierna hasta el año que viene, bajando por el Duero en silencio, iluminada con la luz de unos fuegos de artificio disparados en la playa de los Pelambres. Zamora es una ciudad taurina, llena de raigambre y recuerdo en donde se concitan pasiones, deseos, afición y torería en toda su provincia que honra a san Pedro como mejor sabe y puede, aunque los bolsillos ya no están para mucho gasto, todos han hecho el esfuerzo económico y así, Eventauro, la empresa que algunos critican y otros muchos reconocen su laboriosidad y esfuerzo, ha llevado a Zamora una feria con dos corridas de toros, un espectáculo de cortes y un gran prix, con entrada para todos y cada uno de los espectáculos de los peñistas y jóvenes por veinte euros. Como nunca llueve a gusto de todos, seguramente los comentarios en torno a este asunto los harán quienes deseen hacerlos. En todo caso, y por no cansar, como una de las corridas ha sido del bello arte del rejoneo, pasamos seguidamente a comentar.
Con casi tres cuartos de plaza, acogidos al sagrado de la sombra de la andanada para evitar este sol inmisericorde que sacudía las piedras del tendido de la solanera, se han lidiado seis toros de la Castilleja, nobles y con movilidad, excepto el corrido en quinto lugar distraído con todo lo que se movía, que era mucho, por los tendidos, para Pablo Hermoso de Mendoza, Oreja y oreja; Joao Moura, Ovación y saludos y oreja y Noelia Mota, oreja y dos orejas en el que cerraba plaza.
Por ser respetuoso dedicaremos las primeras líneas a la mujer amazona de Leganés, aunque afincada en el conquense pueblo de Tarancón donde entrena, se forma, doma y cabalga representada a las órdenes en estos momentos de Antonio Berrocal.
En el primero de su lote, grande, con kilos y badana, se equivocó al clavarlo en exceso con los de castigo y además falló en banderillas con «Góngora», cayéndolas al suelo en varias ocasiones. Sin embargo cambió de caballo y sacó a «pavarotti» ese animal que tiene nombre de un tenor y a fuer de sinceros cantó bien la partitura. El animal, torerísimo, bailoteando con la música y haciendo un desplante en la arena, tendiéndole, fue muy aplaudida por su arrojo. La emotividad, la alegría, la sinceridad y la gracia por enmendar las cosas, pese a pinchar en la primera entrada, la protagonizó cuando logró el rejonazo en lo alto, tirando al toro patas arriba y desatando la petición en los tendidos que fue atendida por el presidente Boyano asesorado por Pascual Mezquita.
En el que cerraba plaza y feria utilizó prácticamente toda la cuadra y así «mayoral»; «rayito», «cezanne» y «pavarotti» de nuevo para despachar a un toro llamado «esmeraldo» de 490 kilos bravo. Además cuando logró el rejonazo en todo lo alto, fulminante, los pañuelos y las voces acabaron por entregarla las dos orejas de su enemigo, siendo aplaudido el toro en el arrastre por el público.
De Pablo Hermoso de Mendoza decir que estuvo en el que abrió plaza un «catador» de la Castilleja de 575 kilos de romana toreando con gusto, como si en vez de un animal lo hiciera con una servilleta dado lo ceñido con que se pasó al bravo ejemplar cordobés en quiebros y lances. Cuando además encadenó tres piruetas ante la misma cara del toro y agarró después los cuernos tocando la cabeza con el testuz del toro, la plaza estalló en aplausos hacia el rejoneador estellés. Y si no se le hubiera partido el rejón de muerte en la primera entrada, seguramente estaríamos hablando de un triunfo de más memoria en el esportón del caballero. Ante el cuarto un toro más tranquilote, más paradote y con menos celo lo intentó de nuevo todo sobre todo con «viriato» y «pirata«, pero tras rejonear con el de muerte tuvo que echar pie a tierra para decabellar. Recibió otra oreja por su faena.
Y cerró terna Joao Moura, el rejoneador portugués que hizo un espléndida faena ante el difícil quinto de la tarde, silbado por el público no se sabe muy bien por qué, aunque el animal se encaraba más con el personal del tendido que prestando atención a la cabalgadura del rejoneador y que podía haber saltado al callejón a poco que se hubiera descontrolado su lidia.
Joao Moura estuvo muy bien con «espartaco«, un caballo al que adorna con protectores de cascos de color granate y con un gran oficio del caballo y del caballero montando a «riogrande» en las banderillas. No tuvo suerte con el rejón de muerte y debió echar pie a tierra para finiquitar con el descabello al toro.
En su segundo estuvo mucho mejor, más aseado, comedido, haciendo muy bien todas las suertes. Con las banderillas cortas casi todo lo hizo el rejoneador, vestido a la federica, y aunque pinchó en dos ocasiones al morlaco que se cerró en tablas y no había forma de sacarlo al tercio, Moura en un espacio inverosímil entró y logró meter el acero tirando por tierra a su enemigo y recibiendo una meritoria y merecida oreja.
En resumen, una corrida de rejones de cierre para una feria donde Pablo Hermoso de Mendoza y Noelia Mota fueron sacados a hombros de la plaza y Joao Moura despedido con una fuerte ovación, y donde el calor hizo mella en mentes y cuerpos, especialmente en un individuo del tendido de sol que semidesnudo bailó el pasodoble «Amparito Roca» mientras rejoneaba Noelia Mota despertando cierta hilaridad entre los espectadores y donde la organización del equipo de callejón perteneciente a la policía local, que dirigen los agentes Humberto y Manuel, destacaron en el orden y concierto en la regulación del espectáculo, facilitándonos perfectamente nuestra labor informativa. Gracias por todo y hasta el año que viene.
Fotos: José Fermín Rodríguez
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