El joven torero madrileño que vio la luz en el barrio de Usera hace treinta y seis años y que llegó a ser una indiscutible figura entre los novilleros de su época, alcanzando también mérito y fama cuando le doctoró José María Manzanares en presencia de Enrique Ponce como matador de toros con un toro de Alcurrucén en la plaza de Alicante, vuelve a los ruedos esta temporada tras haber estado poco menos que en el dique seco y prácticamente retirado del traje de luces. Sin embargo Miguel Abellán todavía tiene mucho que decir en la Fiesta de toros.
Él mismo suele confesar que decidió dar el paso para ser torero cuando vio torear en Madrid a quien hoy es el director de la Escuela taurina de Salamanca José Ignacio Sánchez, al verle dar unos naturales de tanta belleza y profundidad que le movieron al madrileño a hacerse torero.
Miguel Abellán, el hijo del malogrado «Maletilla de oro» y pese a su cornada de espejo no le ha impedido aparecer en espectáculos televisivos como ese del baile que programa una cadena de televisión, mostrando su figura, su espigado talle y su gracia en los movimientos.
No somos quien para criticar que un torero sea bailarín o cantante o arquitecto o periodista o ganadero o futbolista. Allá cada cual con su canción y con su actividad. Pero ser torero debe absorber el tiempo y la vida a quien se precie de ello: La preparación física exhaustiva, el toreo de salón, los ejercicios, el estudio, el conocimiento, el trato con los aficionados…son notas mucho más dominantes que otras menos adherentes. Pero ¿quién se retrae a su aparición mediática aunque sea como bailarín en un programa de audiencia considerable?.
Si aparece en el «pato mareao» que dio que hablar y que reír al tener los propios concursantes que elegir entre ellos quien es el concursante más «torpe» de la gala donde Abellán recordaba a unas niñas de ocho años de Salamanca y como no hay mejor risa que la generada por cómo baila uno, los amigos y familiares del diestro contribuyeron con sus vídeos a la difusión exponencial de este jocoso recreo.
Todos somos humanos y dedicamos nuestro tiempo a otras actividades distintas en las que por profesión o servicio estamos encorsetados y en su libertad cada uno puede decidir, pero, ojo, decidir bien, sin equivocarse ni tener que lamentarlo después. Con todo no se menoscaba en modo alguno la dignidad de una persona, pero sí la de un torero, la de un hombre, un héroe, que debe enfrentarse cada tarde a un toro bravo.
En fin, estuvimos oyendo a Miguel, al popular y famoso televisivo Miguel, a quien acompañaba su apoderado actual Julián Guerra, hablar de toros en Zamora hace unos pocos días. Su clarividencia y su esperanza quedaron en el aire entre sus palabras dichas con la emoción de quien quiere volver a esto y tiene puesto su anhelo en el gran Libro histórico de la Tauromaquia, tal y como en la primera fotografía que nos hizo Fermín Rodríguez con un torero hace cinco años en la Feria de Espectáculos taurinos de Medina del Campo. Y hoy mismo se completa con la aparición en el programa «Grana y oro» de esta semana, cuyo enlace puede reproducirse aquí al lado. Personalmente, en mi fuero interno, quisiera seguir viendo a Miguel Abellán como torero más que como bailarín, en su aportación efímera al espectáculo.
Foto: José Fermín Rodríguez.
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