Al final tan solo El Juli fue sacado a hombros por la puerta grande tras desorejar a sus dos enemigos de la ganadería de Garcigrande por sendas faenas donde exprimió como limón del Caribe al primero de su lote, un colorado «jerifalto» y estuvo entregado ante su segundo un «rompetapas» de la misma ganadería. Pero el toreo bello, significativo, señorial, hermoso lo puso Morante de la Puebla ante un «cuarcito» de Domingo Hernández.
Y Rufo, valiente, resultó cogido en un quite por el primero de su lote que le produjo una cornada envainada de la que fue atendido en la enfermería. No obstante el diestro decidió salir a matar a «altanero» causante de su lesión, tal vez como consecuencia del cambio de sombra y sol donde citó al ejemplar el toledano.
Había sido silenciado Morante tras la desastrosa lidia llevada por la cuadrilla en el primero de la tarde en que tiró por la calle del medio, cuadró y pasaportó al manso «burgués», que abrió plaza, de varios pinchazos y estocada casi entera, cuando le llegó el turno de salir por segunda vez a comparecer ante el generoso y cariñoso público vallisoletano al que ofreció el brindis el torero y vio cómo recibía de forma garbosa y rodilla en tierra al ejemplar de Domingo Hernández. Con una vara con ojal incluido pidió el cambio de tercio, brindó al público y a los sones del pasodoble que lleva su nombre, ¡ay amigo!, aquello fue de bueno a mejor y de ahí a óptimo. Con un trincherazo sublime sacó al toro a los medios y se vio en su faena de temple, colocación y mando cómo mientras unos toreros descargan la suerte, éste sevillano la carga haciendo sencillo lo difícil, desatando la pasión en el tendido. Falló con la espada al caerle baja, un auténtico sartenazo con derrame, pero eso no arredró a los espectadores que pidieron las orejas para el de la Puebla. En un arranque de dignidad torera, Morante se dirigió al palco cuando asomaba el primer pañuelo y la gente pedía la segunda oreja, que solamente le pertenecía una reconociendo que la estocada había sido muy defectuosa.
El Juli que reaparecía en Valladolid tras su lesión estuvo poderoso y llevando al de Garcigrande por los sitios que el diestro le indicaba. Además había propinado al burel un quite por chicuelinas que desató los aplausos. La faena la inició por bajo, sacándolo afuera al noble jerifalto que le tocó en suerte. La estocada fue entera pero saliéndose de la suerte de la forma en que habitualmente lo hace este poderoso torero, dando ese brinco que algunos llaman «julipié».
Toreó mucho y bien al segundo de su lote y ahí ardió Troya en la petición del premio por parte del público cuando envió al desolladero a «rompetapas» recibiendo otra oreja que le garantizó la salida a hombros de la plaza.
Rufo, el buen torero toledano, tuvo la desgracia de resultar cogido por su primero en un quite, al intentar lancearlo tal vez por hacerlo en esa zona en que la luz del sol y la sombra pudieron originar que el toro no viera perfectamente el engaño, arrollando al torero. Llevado a la enfermería, salió decidido y cojeando a dar muerte al toro, desatando la ovación agradecida y emocionada de la concurrencia. Empezó la faena de rodillas y aunque se le notaba que iba renqueante como consecuencia del golpe recibido y de la cornada envainada que llevaba en forma de varetazo, tras la que fue intervenido por el equipo médico de la plaza, una vez terminada su actuación, nunca perdió ni el sitio, ni las ganas, ni la sonrisa. Muy valiente Rufo demostró que en el toreo hay que echarle valor y superación ante la desgracia. Fue premiado con una oreja. Y en el de cierre que se rompió un pitón no pudo conseguir mejorar su registro del toro anterior siendo ovacionado.
FICHA DE LA CORRIDA:
Plaza de Toros de Valladolid, segunda corrida de la feria. Media plaza. Tras el paseíllo sonó el Himno Nacional. Toros de Garcigrande corridos en 1º,2º,3º y 5º lugar y dos de Domingo Hernández, nobles, justos de raza y fuerza, para
José Antonio “Morante de la Puebla”, silencio y oreja.
Julián López » El Juli», oreja y oreja.
Tomas Rufo, oreja y ovación.
Fernando Sánchez saludó tras parear con garbo.
Fotografías: JOSÉ FERMÍN RODRÍGUEZ
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