Se están sucediendo noticias de denuncias por personas que han estado o que aún están en el mundo del toro aireando muchos problemas, abusos y contrariedades, alzando la voz y exponiendo sus razones, bien es verdad que con no demasiada fuerza y escaso resultado de mejora: Ahí están los casos recientes de Israel Lancho o del madrileño José Ramón «Chechu». Otros explican en libros y en publicaciones manejos oscuros de empresarios, centrando sus dardos en la diana de actuaciones profesionales durante varios años. Los hay que se quejan de la falta de oportunidades y del cerco al que están sometidos por los acomodados del «sota», «caballo» y «rey» sin poder entrar a compartir también ellos cartelería y festejos. Unos porque no quieren tener a éste o aquel abriendo cartel; quienes porque desean que se lidie esa corrida, comodita y de «garantías» y no aquella más dura y de incierto comportamiento.
La última, la del Alcalde de Almagro, Luis Tomelloso que denuncia el fraude taurino y en consecuencia ha decidido que no se darán toros en estas fiestas patronales en aquella localidad capital del campo de Calatrava. Y alega el muy popular que es «una auténtica frivolidad gastar dinero del Presupuesto Municipal en organizar una corrida de toros cuando hay almagreños sufriendo el drama del paro. Por eso he tomado la decisión, dolorosa decisión, de no dar festejos taurinos esta temporada».
Y alcalde, la primera pregunta que se me ocurre hacerle es ¿y antes por qué no lo denunció? ¿No había problemas económicos entre las gentes de su pueblo?. Por qué toma la decisión ahora y no ayer. Me podrá contestar que más vale tarde que nunca. Más adelante en su comunicado hecho público añade «toreros, empresarios, ganaderos, etc. que han venido poco a poco desprestigiando los festejos en aquellas plazas que no están en el circuito de las grandes ferias y que se propusieron varios carteles, varias posibilidades de organización pero al final todo lo que no pasara por desembolsar de las arcas municipales entre 40.000 y 50.000 euros era traer festejos que en nada ayudarían a atraer aficionados y harían muy poco por la historia de nuestra plaza«.
Hay mucho que hablar ahora y poco es lo que se dice y escribe primero por los propios y más significados medios de comunicación. El mensajero tienen también parte de culpa en este sarao y yo, insignificante cronista taurino de reciente hornada, me incluyo el primero. Vamos a explicarnos.
Los medios de comunicación viven de los recursos publicitarios, de las ayudas oficiales y de la venta al número en kioskos y librerías. Cuando llega la fiesta de toros en la ciudad, raro es el empresario que no aporta al periódico sus buenos euros, antes duros, a fin de promocionar los carteles de dicha feria taurina: Cuñas en radio; reclamos en los periódicos locales… En fin un gasto publicitario que se completa con los consiguientes pases, entradas de favor y demás a las redacciones responsables de la información taurina. Ahora con la proliferación ingente de portales de internet, blogs y páginas cibernéticas, el regalo, donación graciosa, se ve multiplicado en proporción aritmética. Pero eso con ser así, es bastante menos que los pases de favor a un espectáculo taurino entregados a representantes políticos de organismos, entidades y ayuntamientos.
Bien, la cosa está así y así sigue. Los periódicos de papel y de aire cibernético al menos algo aportan de sus recursos retroalimentando una conjunción recíproca de «do ut des«, te doy para que me des. Y sus redactores famosos, importantes o becarios y enviados temporales a cubrir una feria no dicen ni pío de cuanto sucede entre bastidores, de la ruina empresarial casi total, del esfuerzo, del trabajo y de la aportación de una sociedad empresarial que tiene por objetivo, no se olvide, mejorar su cuenta de resultados, que entrega del orden de 10.000 euros por feria en aportación al colegio de los veterinarios. Otros 6.000 en tasas y gabelas y no digamos luego los honorarios del resto de profesionales que contratan para la realización del espectáculo. De manera que de los empresarios que organizan una feria taurina viven y disfrutan a su costa más de unos cuantos. Por eso, y sobre todo,un poco más de respeto y consideración. Y si entre ellos hay alguno, que los habrá como en todos los órdenes de la vida, denunciarlo y apartarlo del oficio.
Si queremos que esto no sea el puerto de arrebatacapas donde muchos chavales pagan y callan por torear o no reciben el pago de sus honorarios, aunque firmen haberlos recibido correcta y puntualmente, entrando ellos también en la dinámica de la picaresca, del engaño y de la falsedad hipócrita, esto no habrá gitano que lo arregle.
La opinión del alcalde de Almagro, que como otros muchos alcaldes quieren fiestas de toros buenas, bonitas y baratas, pone en solfa a la pescadilla que está oliendo porque no está refrigerada. Es indudable que ha habido abusos y los sigue habiendo, pero si no se denuncian nunca se sabrán o en todo caso no pasarán de una tertulia entre amigos, de una charla de bar, de asociación o de un lamento escrito en el viento, o este país no tiene arreglo posible, que todo puede ser.
Los taurinos, como dice Máximo Espinosa, luchan por lo que uno ama.., como se torea…, con el alma, sienten el peso de la fiesta en sus espaldas..agobiante…y deciden seguir, se caen y se levantan…, levantarse y arremeter con mas fiereza. Sentirse herido y aún herido no abandonar y huir. Así que no vengan ahora políticos avisados a sacar pecho a destiempo, quitar a los aficionados de su pueblo la fiesta de toros y arremeter contra el fraude y el engaño sin haber hecho antes nada, ni movido un dedo para evitarlo.
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