La muerte de Andrés Vázquez, el gran torero zamorano, ha llegado entre el humo de incienso al día siguiente del Corpus Christi. Como homenaje a su vida y obra, reproducimos el OBITUARIO que ha escrito Paco Cañamero en su memoria. Haciendo nuestro el dolor por su ida a la eternidad, desde el Consejo de Gobierno de la Federación taurina de Valladolid acompañamos en el sentimiento a sus familiares y amigos. DEP, torero.
«Querido maestro. Aunque era esperada la triste noticia de su adiós a la vida, lo cierto es que se hace muy cuesta arriba escribir y volver a recordar a quien tanto has querido y disfrutado a su lado de infinidad de momentos para aprender de sus fuentes de sabiduría. Ahora que se acaba de ir de este mundo donde supo escribir su nombre con letras de oro y representar la Tauromaquia con tanta grandeza no cómo empezar, porque los recuerdos se amontonan. Siempre al lado de aquel Andrés, sencillo y humilde, que conocí cuando regresó a su terruño después de triunfar en tantas batallas y alcanzar tan altos honores en el toreo.
Allí, con los paisanos de Villalpando, con tu gente, eras feliz al recibir la visita de algún amigo que iba al encuentro del gran embajador de Zamora, de quien fue un símbolo de la España de los 60 y 70, la del NODO y su media verónica, la del veterano capeante que llega a figura, de quien trato a Franco y Juan Carlos I. La del niño que crece entre las privaciones de la postguerra y se hace rico. El del torero que triunfa y alterna con celebridades mundiales, hasta el punto que Cassius Clay -antes de ser Mohamed Ali- lo invitó a un combate a Las Vegas. El que siempre tiene escrito en todos los camino de su vida el nombre de Villalpando. Ese Villalpando al que acudía todo aquel que te admiró; desde nombres de postín al más humilde aficionado.
Se nos ha ido y este viernes del Corpus lo lloramos. Lloramos al grandioso torero, que fue mucho más que la decena de puertas grandes en Las Ventas y al amigo que era torero de culto. A Andrés, al Nono, al ‘brujo’, al que conocía desde muy antiguo gracias a ese mundo taurino que nos unió, donde nunca puso obstáculo alguno para entrevistas, reportajes… Después pasa la vida y todo cambia a partir de marzo de 2003 con motivo de mi llegada a Zamora, para trabajar en un periódico de nueva creación, y nacer una íntima relación de amistad que se ha mantenido hasta el final, aunque en los últimos años él ya viviera en su mundo, encerrado en sus recuerdos.
En esa época siempre estaba tachado el miércoles, el día reservado para comer a su lado –en almuerzos que para mí era lecciones por lo mucho que aprendí-. Unos días íbamos a aquel templo gastronómico que era el ‘París’, otros al ‘Serafín’, de exquisitos manjares; , también al ‘Acero’ –que cocinaban un cocido de chuparse los dedos- o al ‘Casa Cipri’ y a par empecé a conocer a ese intimo círculo suyo que estaba siempre pendiente y los querían como a un hermano, o a un padre, como era su fiel Jaime –preocupado del maestro las 24 horas y que se tiene ganado el cielo-, su intimo amigo Avelino Martínez, los hermanos Del Castillo; el gran Enrique, de ‘La Cañada Real’, su sobrino Femi y Mario, junto a algunos más, con un sitio especial para Mariano ‘el dentista’, todos con el orgullo tenerlo a su lado y disfrutar de este personaje».
Foto: José FERMÍN Rodríguez
Deja una respuesta