En algunas ocasiones hemos hablado del arrastre de los toros una vez han sido muertos a estoque por su matador. En ciertos pueblos entraba al ruedo un tractor o un artilugio mecánico en el que se enganchaba el cuerpo y de esa forma era trasladado al exterior de la plaza donde en un camión adecuado y especialmente preparado para la función, se cargaba el animal para llevarlo a destazar al matadero.
Es verdad que muchas empresas que se dedican a la organización de festejos hacen el esfuerzo de la contratación de un tiro de arrastre de mulillas porque entienden que este aspecto es una parte más de la tauromaquia que tiene sus formas, su liturgia y su manera de entender y completar las cosas de la lidia y el tiro de arrastre es un componente más de la misma.
A las mulillas se las enjaeza con banderolas de colores, borlas de colorado, cascabeles, guirnaldillas, otros aderezos de gusto y collerones y arreos de cuero para dar mayor vistosidad a los animales por aquello que se dice siempre en la cita cervantina que «un palo vestido no parece palo» y el ejemplo con que ilustramos este pequeño comentario es diáfano. Se corresponde a un pueblecito pequeño y allí, la empresa organizadora del festejo en lugar de echarlo a barato y eliminar la contratación de mulillas, ahorrándose unos euritos necesarios, buscó llevar al público el significado de lo que representa un tiro de mulillas enjaezadas para arrastrar los toros, con un colorido bonito.
Las cuestiones casi insignificantes no pueden pasar nunca desapercibidas para un buen aficionado y si en algún festejo popular, por aquello de ahuchar unos euros, el Ayuntamiento de turno escoge un artilugio mecánico para proceder al arrastre de toros, suprimiendo las mulillas, habría que mostrar la contrariedad y hacer ver a sus responsables que es algo que puede y debe ser evitado, pues el tiro del arrastre también forma parte del festejo.
De todos modos, demandar, proteger y exigir las mulillas, equinos, caballos, en los tiros de arrastre debe ser propio de quienes tienen en su vida el cuidado de todos y cada uno de los aspectos taurómacos, y aquí el aficionado y por supuesto el resto del público espectador constituyen una parte importante para que ello se produzca. Eso también, aunque sea algo aparentemente de poca importancia, es defender la Tauromaquia, un vivero de detalles en su misma existencia y razón.
Foto: J López.
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