Ramón Gutiérrez, Ramón «Navalrosal» como le conocemos cuantos le hemos tratado en alguna ocasión y con quien hemos compartido alguna vez las mesas de charlas o exposiciones para los aficionados, gerencia y se aplica como ese grupo de jóvenes ganaderos que tienen al toro de lidia por centro de su esfuerzo, afición y labor, y trabaja en estos momentos en su explotación ganadera denominada «El cercado», buscando la codicia, el estilo, la embestida, la bravura y la raza más idónea para sus reses «núñez«. Gracias a los envíos por las redes sociales podemos estar en contacto con su actividad agropecuaria, sabiendo en más de una ocasión qué va sucediendo en la misma, cómo se realizan los saneamientos y las tientas de hembras para madres.
Navalrosal que tiene antigüedad desde 1998, a mucha honra y orgullo, echa unos toros bravos y emocionantes, nobles y exigentes, pero a la vez formidables en su comportamiento ante la muleta del torero, una vez que éste ha superado la dificultad y ha pasado el fielato de la entrega y la confianza. Como si lo supieran, esos animales también se entregan en la lidia, a tenor de las veces que les hemos visto por esas plazas, siempre y cuando el torero le haga las cosas bien, preparándole para la faena de muleta a conciencia y dan a los aficionados un punto de emoción que transmite al tendido.
Uno de los tentaderos de Navalrosal, el primero del año, se ha hecho con Eugenio de Mora a quien acompañaba Filiberto. El primero, Eugenio un pedazo de torero, ayuno de contratos, pero un hombre preparado, con clase, sin mucho padrino la verdad, pero ilusionado y pleno de torería como siempre ha demostrado. Filiberto actuó en ese tentadero como un torero profundo y con mucho poder y temple. El mismo Ramón nos ha dicho al respeto: «Como ganadero dos vacas muy, muy buenas y otra con mucho temple y calidad pero un pelín justa para el caballo. De tapia Ignacio Olmos que vino con Eugenio que pegó algunos muletazos de mano baja de verdad. Buen dia y buenas sensaciones». El segundo de los tentaderos lo hemos hecho con Álvaro Lorenzo, que tiene un corte de torero que calará en el aficionado».
Eugenio de Mora, el torero toledano que tuvo en los años 1997 y 1998 sus mejores momentos de aportación a la tauromaquia por los ruedos españoles, franceses y americanos sigue siendo amigo de esa casa ganadera que confía en sus manos, en su sapiencia y en su conocimiento y los resultados están saltando ya a la vista.
La ilusión de Ramón y de todo el equipo que trabaja en la explotación ganadera de Navalrosal está puesta en el año nuevo a punto de comenzar y a buen seguro que el aficionado admirará en las plazas donde se lidien estas espectaculares y bonitas reses de encaste núñez que pacen por tierras de Badajoz con la divisa verde y oro, verde el color de la esperanza y oro, el de la categoría y calidad de las mismas. ¡Suerte, ganadero!.
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