Antiguamente, en el diccionario de Covarrubias se leía que andar a la caza de gangas era algo así como querer «una cosa muy ventajosa en relación con el poco precio o el trabajo que cuesta». Pues algo así sucedió en la tercera de la Feria de Valladolid. El ganadero Manuel Núñez de El Vellosino con sus toros que fueron de Manuel San Román y los diestros Morante y Manzanares con su arte, mientras Emilio de Justo que entró en ganada sustitución por Cayetano que se cayó del cartel, intentaron lograr un éxito que se negó, terminando todo casi como el Rosario de la Aurora, pues entre unas cosas y otras, hubieron de devolver a los corrales el «morito» quinto de la tarde por cojera y el sobrero «defensor» de José Vázquez por lo mismo, soltándose al segundo sobrero de Garcigrande que hizo honor a su nombre «desagradecido«.
Casi tres partes de la plaza ocupada por espectadores en una tarde espléndida de sol y temperatura agradable, animosos para ver al icono de la Puebla, silencio y silencio; José María Manzanares, silencio y saludos desde el tercio y Emilio de Justo, ovación y ovación. Tras el paseíllo sonó el Himno Nacional de España al que se le tributó una gran ovación.
Por empezar la crónica mejor hacerlo de atrás adelante por aquello de contar algo más en las ciento y pico líneas del relato. Emilio de Justo entró en sustitución de Cayetano tras el magnífico triunfo de ayer que, seguro se hubiera repetido hoy con creces de no haber fallado con los aceros. Hoy la espada no era toledana sino de hierro mellado, sin corte ni filo, porque los pinchazos desmerecieron una extraordinaria faena en el último de la tarde, jaleada por los espectadores, y el empaque ante el tercero de la tarde, aplaudido en el arrastre. Las dos faenas macizas, entregadas, llenas de poderío, temple y plasticidad sobre todo al natural, con pausa y sabiduría estuvieron protagonizadas por el cacereño. pero su triunfo él mismo lo emborronó con la espada, al no acertar y pinchar varias veces antes de mandar al desolladero a sus dos enemigos. De Justo se lamentaba golpeándose su propia cabeza mientras recogía la ovación del público. Sin lugar a dudas el toreo esta tarde lo ha puesto este torero extremeño que tiene en la pausa, en el conocimiento, en la elegancia un toreo eterno, de valor y de admiración. Dos faenas muy dignas, malogradas con la espada, presentó en Valladolid Emilio de Justo.
Morante de la Puebla, aparte de fumarse un puro tras despachar a sus dos enemigos entre barreras, ni estuvo ni mostró pulso alguno en el que abrió plaza, un zambombo achicharrado en varas, pues recibió cinco en una con pujanza, metiendo bien la puya Cristóbal Cruz y dejándolo casi para el arrastre al toro. Además mató muy mal el de la Puebla, saliéndose de la suerte, sin fe ni confianza, de tres pinchazos y una entera habilidosa. Y eso que le cantaron desde el tendido por animarle, pero Morante de la Puebla hoy no estaba por la labor ni tenía enemigos enfrente. En el cuarto solo ganas y deseo de ofrecer al público algo de su torería, de un toro sin fuerza, pitado en el arrastre, mientras con el torero se dividieron las opiniones con más aplausos que pitos.
José María Manzanares que mañana tiene otra cita en Valladolid tuvo un «tiestero» flojo, sin fuerza, ni raza, parado,al que pinchó arriba un par de veces y le recetó un metisaca. Recibió un aviso. Ante el quinto, el segundo sobrero de Garcigrande, sin fijeza pero con movilidad, bronco en su embestida, anduvo el de Alicante con cierto interés por conseguir sacar algo de un pozo sin apenas agua clara. Tras pinchar saludó desde el tercio a la concurrencia.
Y todos nos fuimos para casa con la expresión esa conocida cuando te preguntan los amigos: ¿»A dónde vas?.-¡A los toros!. ¿De dónde vienes?.-uff, de los toros!». Y es que ya se sabe: Días de mucho, vísperas de nada. A ver si mañana hay más suerte.











FICHA DE LA CORRIDA
Valladolid. Tercera de Feria. Casi tres cuartos de plaza.
Toros del Vellosino, flojos, sin raza y escasos de fuerza, excepto el 3º, bravo, aplaudido en el arrastre. El 5º devuelto por cojera, sustituído por un sobrero de José Vázquez también devuelto por cojera y uno de Garcigrande, bronco, sin fijeza.
Morante de la Puebla silencio y silencio.
José María Manzanares, silencio y saludos desde el tercio.
Emilio de Justo, Ovación y ovación.
Fotos: José FERMÍN RODRÍGUEZ
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