Se llenó la coqueta plaza de Alba de Tormes en una tarde de cierre de los festejos de plaza en Castilla y León con un público que hizo rebotar el sonido de su desagrado cuando la Presidencia del festejo sacó el pañuelo naranja para indultar a «Carcelero«, con 485 kilos de peso, un buen ejemplar de Domingo Hernández, ansioso y noble en la muleta, pero que ni fue picado en la suerte de varas ni demostró ser un dechado de bravura y acometividad en todos y cada uno de los tercios de la lidia tal y como señala el Reglamento taurino. Eso unido a la provocada decisión de su matador, el novillero de Alaraz, Marcos, que siguió toreando, tras arrojar el estoque, y que no se perfilaba para cuadrar al novillo al que toreó a gusto en varios pasajes, sin olvidar las voces y el griterío que resonaba en la cubierta de Alba unos con que sí y otros con que no, produjo el momento en el que el Presidente exhibió el pañuelo naranja, llevándose luego el muchacho pitos de los espectadores cuando paseaba las dos orejas y rabo simbólicos por su actitud y la chifla al Presidente por haber dado el indulto a un toro que no lo merecía. Demasiado buenos han sido los espectadores aficionados con la actitud adoptada por el Palco que es quien a la postre ha tomado la decisión. Cierto es que «Carcelero» ha sido un buen ejemplar de la vacada de Garcigrande, y por encima de él «Escapulario» corrido en segundo lugar o el gran «Bodeguero» de cierre de festejo y función, encastado, duro, y que empujó con fuerza al caballo en una dura y larga vara del picador al que Manuel Diosleguarde le toreó con temple, torería, mando y belleza, cortándole dos orejas merecidamente y con petición de rabo.
Y vamos, poco a poco, con la crónica de esta tarde que ha tenido de interés el poder ver a tres muchachos que quieren ser toreros, con hambre de novilleros, entregados, compitiendo en arrojo, voluntad y carácter. Tres muchachos con ganas y llenos de esperanza para esta profesión tan dura en la que habrá tardes de lágrimas tal y como hoy han sido de alegría y triunfo.
Marcos estuvo valiente ante el «bodeguero» que abrió plaza, echándose de hinojos para recibirle en un saludo capotero, consciente de la responsabilidad que tenía al ser visto por sus paisanos y contar con el apoyo del mismo Justo Hernández, ganadero titular del hierro cuyas reses pastan en Alaraz. El novillo noble, con poco fuerza, fue aplaudido en su arrastre. No le fue a la zaga el «carcelero» que a la postre resultaría indultado toreándolo con ambas manos de forma poderosa, pero algo acelerado en la composición de faena, con cierta rapidez, cuando el toreo es pausa, sosiego, despacio hermano, más despacio. Perdió la cara un instante al utrero y recibió un achuchón sin consecuencias. Luego se pasó el toro por ambos pitones una y otra vez en una faena completa.
Antonio Grande sorprendió con un toreo completo y lleno de matices y poder. Cortó dos orejas al «escapulario» corrido en segundo lugar y le instrumentó con el capote un quite a cámara lenta. Tras brindar al público, empezó un vistoso comienzo de faena, echándose también de rodillas. Luego, tras sacar a los medios al toro, lo toreó con ambas manos con cierta gracia y, aunque se pasó en tiempo de faena, la estocada caída le permitió cortar las dos orejas del ejemplar. Una oreja más cortaría al quinto de la tarde un «capirote» encastado y duro tras una faena con pasajes muy buenos y completos terminados con una media perpendicular y el aviso del palco.
Y el más joven de la terna, Manuel Diosleguarde lidió a «comerciante» con unos lances de recibo echado de rodillas, instrumentando una faena brindada al público sobre todo con la mano izquierda y buenas y ajustadas bernardinas finales. Pinchó doblándose el acero por las ganas con que atacó al burel y logró en el segundo intento una estocada perpendicular con derrame y muy efectiva. Cortó una oreja. Pero donde salió el toreo de este muchacho fue ante el bravo y encastado «bodeguero» de 490 kilos, un toro ya con toda la barba, cuajado, bravo y duro. Ante este toro, Diosleguarde demostró las ganas y el ánimo para ser torero de raza, de entrega, de mando, de arrimo y de temple. El toro había peleado en varas con mucho genio y metiendo los riñones en su empuje fiero. Dio tiempo entre serie y serie al ejemplar, logrando momentos realmente hermosos y emocionantes aclamados por el público. ¡Cómo resuenan en la plaza de Alba los olés!. Luego en la estocada se tiró a matar o morir, logrando una entera que echó por tierra al animal y desató el delirio en los tendidos. Dos orejas y petición de rabo, siendo declarado novillero triunfador del festejo.
En resumen, aunque en algunos momentos alguno pareció tener las bilis revueltas, como decía Luisa, compañera de espectáculo hoy en el graderío de Alba y la amabilidad de su hija con la que compartimos comentarios y obleas de limón que me obsequió en el recinto de la plaza que pone «prensa» desde donde seguimos la evolución de la corrida pese a que un mal encarado individuo al principio no quería que nos sentáramos allí pues el sitio «estaba pillado». Sin embargo Luisa me hizo un hueco para poder ejercer mi labor. Por lo demás brava novillada con cómodas cabezas de Garcigrande en Alba de Tormes y triunfales protagonistas en la persona de tres novilleros: Marcos, oreja y dos orejas y rabo simbólicos; Antonio Grande, dos orejas y oreja; y Manuel Diosleguarde, oreja y dos orejas con petición de rabo. Y seis novillos, tres de Garcigrande y tres de Domingo Hernández (1º,2º y 6º).
Y así acabó la temporada taurina. ¡Gaudeamus igitur!





Ahí queda eso!. J. SALVADOR

Marcos, pasando al novillo por alto. José SALVADOR
Con el capote. José SALVADOR

Fotos: José SALVADOR y Luis FALCÓN
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