Llegaron los Hermanos Gamazo, Íñigo y Mauricio, con una novillada del Raso de Portillo a Pedrajas de San Esteban para poner en valor la verdad de una fiesta que a veces está a falta de cosas como las vistas hoy durante tres horas de festejo, sin aburrimientos, ni pausas, ni bostezos, ni movimientos, antes bien todos los espectadores pendientes del desarrollo de la lidia y del comportamiento de bravos de los novillos lidiados esta tarde, con indulto incluido a un precioso toro colorado, ojo de perdiz, de nombre «aforadito» marcado con el número 5 y guarismo del 6 que fue lidiado por el novillero de Albacete Alberto Pozo.
Incansable, duro, profundo, cuajado, bien hecho, precioso de hechura el animal, encastado, pleno de vitalidad y que recibió tres varas largas arrancándose con alegría y una más tras la faena del torero con momentos muy emocionantes. Al pedir el público el indulto del toro en una aclamación tremenda, el Presidente del festejo, Javier Fernández Cisneros con un criterio muy profesional y de gran aficionado, ordenó entrar de nuevo al caballo de picar. Colocaron al toro en los medios y de nuevo fue al caballo arrancándose como una exhalación. De manera que el pañuelo naranja apareció en el palco, ganándose bien merecidamente el indulto el buen toro de Gamazo, mientras el torero recibía las dos orejas y el rabo simbólicos de la res.
«Aforadito» fue recogido en la plaza por los cabestros del tudelano «Cholo» que realiza una labor encomiable con los mansos, no sin que alguno de ellos recibiera un achuchón del indultado. Cuando el animal entró en toriles, una ovación atronadora resonó en la Plaza de Pedrajas que se oyó hasta en Boecillo, lo que hizo que los ganaderos, hijos del tristemente desaparecido Íñigo Gamazo, emocionados recogieran en una vuelta al ruedo singular los aplausos de toda la plaza, acompañando al diestro que lo lidió.
Verdad es que una crónica como la de hoy a quien esto escribe y que ha conocido los desvelos, el trabajo y el esfuerzo por sacar adelante una ganadería que lleva el honroso título de la más antigua de España en las manos de Íñigo Gamazo, hoy me he sentido emocionalmente complacido a su persona en la herencia de sus hijos, a la memoria de un hombre amante de la fiesta de toros, creador de una raza ganadera de empuje, bravura, seriedad, fuerza y nobleza a la que todos los vallisoletanos debemos reconocimiento agradecido. Hoy, seguro que Íñigo Gamazo ha sonreído desde el cielo viendo el comportamiento de sus toros.
Y es que no solo «aforadito» porque habría que destacar a «tafilete» bravo y encastado ejemplar, corrido en segundo lugar y premiado con el pañuelo azul al que desorejó Alberto Pozo. O «abalorio», «zahorí» y «pazguato» aplaudidos con fuerza en el arrastre, muy por encima de sus lidiadores que se encontraron con el torrente de bravura desarrollado en la coqueta plaza de Pedrajas de San Esteban.
Dios bendito, ¡qué novillada! y después de tres horas de festejo, el tiempo se había pasado en un santiamén, sin enterarnos.
Hoy, los toreros van en la reseña muy por debajo de la calidad y categoría de estos toros que de haber caído en manos más expertas y consagradas, el escándalo hubiera sido mayúsculo pues los seis sirvieron para mostrar lo que es un toro bravo sometido por un torero, metiendo los riñones en el caballo, empujando con raza y acometividad, derribando a los picadores y a sus cabalgaduras y recibiendo todos ellos tres y cuatro varas arrancándose… como en Francia, como era antes la lidia en España, de emoción y grandeza. Estas cosas como las de esta tarde, seguro crean la afición que tanto se necesita para relanzar una fiesta de toros que a veces se vuelve anodina.
El Raso de Portillo conserva la bravura de los toros de Valladolid.
¡Enhorabuena, ganaderos!.
FICHA DE LA CORRIDA:
Plaza de Pedrajas de San Esteban. Tres cuartos de plaza.
Novillos de Raso de Portillo, bravos, encastados, excelentemente presentados. Uno premiado con el pañuelo azul; otro indultado con el pañuelo naranja y los otros cuatro aplaudidos en el arrastre.
David Cadavid, pitos y división de opiniones.
Alberto Pozo, oreja y dos orejas y rabo simbólicos.
Rafael Reyes, aplausos y ovación con saludos.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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