La nómina de personas que se mueven en este mundo taurino es amplia, elevada. Unos, titulares de las grandes empresas que se dedican desde largo tiempo y recogiendo testigos familiares a la organización de festejos taurinos por pueblos, plazas y ciudades. El respeto y la consideración a los llamados del grupo «especial», como hay toreros a los que se les cataloga reglamentariamente en ese aspecto, por sus altos honorarios, por ser los preferidos del público y, porque al darse el símil de esa pescadilla que se muerde la cola, los espectadores quieren ver a los que están señalados por la fama y la popularidad, antes que a otros hombres, sin embargo tan dignos, profesionales y llenos de esperanza como cuantos andan por los últimos renglones de la relación. Otros, pasando frío y calor y recibiendo más de una vez achuchones de concejales de festejos que se creen herederos de Don Livinio Stuyck en su pueblo. Todos, en fin, intentando llevar las habichuelas a casa.
Tal sucede en el mundo empresarial, en el periodístico, en la crítica taurina, entre los reporteros gráficos y, por supuesto, en el elenco de ganaderías de mayor o menos jaez, acometividad, resultado, y fama. En el primero de ellos hemos topado en más de una ocasión con gentes que empiezan a dar patadas y a moverse en estos negocios, donde las ganas y la afición tienen que estar a buen recaudo en las entretelas del interesado. Cuando ya el verano estaba dando las últimas boqueadas conocí a Carlos Carrillo, un muchacho que se había puesto al timón de la organización de festejos en Baltanás y en Astudillo, localidades palentinas de belleza singular y afición señera.
Carlos con sus pocos años de vida ha entrado en el circuito con esa gracia, conocimiento, esfuerzo y sacrificio requeridos para estar en esta profesión y además ha puesto un aspecto comercial en marcha representado por la carne de vacuno de bravo llevada directamente a casa a quien lo solicite.
La carne de vacuno de bravo donde la calidad del producto y la confianza está entrando en el mercado, con especial arraigo de las carnes rojas de Palencia dotadas de un sabor, textura y agradabilidad que supera con creces muchas pretensiones de expertos en estos productos.
En la comarca del Cerrato, entre sus tranquilos valles y parajes naturales, se encuentra la «FINCA LAS PEÑAS» explotación ganadera para que la carne del Cerrato, nacida de la pasión de su joven propietario por la ganadería de su comarca, de sus costumbres y de las ganas de ofrecer un producto de gran calidad, sea conocida por todos los aficionados y público en general.
Apuesta por lo tradicional en el trato y cuidado de su ganadería de reses nacionales, para que nos lleguen a la mesa los olores y sabores más antiguos del hogar castellano.
La relación calidad precio en sus productos hace que Carlos Carrillo haya hecho suyo el lema «del campo a su mesa», y llegue la carne directamente del productor al consumidor, cumpliendo estrictamente con todos los controles de calidad y sanitarios, tan importantes en todos los productos cárnicos.
Carlos Carrillo, dirige el equipo de personas que han puesto en marcha el negocio de la organización de festejos con la inmediata comercialización de un producto proteínico, sano y de alta calidad. Y es que todas las ideas y proyectos son pocos para dar al mundo de los toros el empuje que necesita en toda la sociedad. Él ha sido «nuevo en esta plaza» como reflejaban los carteles anunciadores de un torero que se presentaba en público, pero ya su faena merece nuestra atención y el reconocimiento del aficionado.
Foto: Fermín Rodríguez
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