Desde que Diego Ventura, el excelente rejoneador que tanto éxito ha alcanzado en esta época actual por sus evoluciones arriesgadas, explosivas, espectaculares, equilibrio señero entre un hombre y su caballo, copó los primeros puestos del escalafón ante la retirada natural a causa del tiempo y la edad de Pablo Hermoso, pocas veces habíamos visto los nuevos ingenios utilizados para guiar un caballo al galope, haciendo creer al público que galopa sin rienda alguna.
Estos nuevos inventos son bienvenidos cuando el animal está en período de adecuación para un cite arriesgado ante la cara del toro, pero nunca deberían usarse si el caballo está ya lo suficientemente entrenado tras actuaciones que lo han integrado ya en la lidia.
A mí personalmente me parece bien que se utilicen los recursos en la medida de la necesidad que puede exponerse en el bello arte del rejoneo, con el aditivo también de brincos, galopes, cabriolas y mordidas, tan reconocidos por el público que paga la entrada. Algo así como en el que ofrecemos en las fotografías captadas por Fermín Rodríguez en una de las pocas corridas que han podido celebrarse en esta temporada. El lugar, por dar la localización, es Cuéllar, la villa segoviana que ha sido capaz de ofrecer una feria taurina espectacular, de atracción indudable para el público aficionado.
En ellos se aprecia la brida transparente que agarra con su mano izquierda el jinete para dirigir al caballo, dando la sensación de que lo hace sin manos, tan solo marcando la dirección al equino con las piernas del caballero.
Una cosa más de la mentira que en más de una ocasión ofrece como real algo que falsea la acción. El público desde la lejanía del tendido no aprecia la engañifa, pero haberla, la hay.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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