Nada menos que siete orejas y salida a hombros de la terna que componía hoy la primera de la feria de San Pedro Regalado, patrón de los toreros y de Valladolid, es el balance triunfal del festejo que empezó con sol y acabó con luz artificial y tormenta de agua en su cierre.
La corrida mixta trajo a Valladolid al rejoneador Diego Ventura y a los diestros Julián López «El Juli» y José María Manzanares que hicieron su papel ante toros terciados de Garcigrande, corridos en 5º y 6º lugar y Domingo Hernández. Para rejones echaron dos de María Guiomar que valieron al centauro hispano portugués para mostrar sus quiebros, giros, desplantes y acciones espectaculares a lomos de las cabalgaduras, sobresaliendo con «bronce», y protagonizando lo más espectacular de la tarde ante el «primate«, segundo de su lote, al que propinó un rejón de castigo citándole y clavándoselo a portagayola.
No había estado muy allá el buen rejoneador ante el que abrió plaza, un «rumbito» al que pinchó con el rejón de muerte y colocó el definitivo trasero y perpendicular, echando pie a tierra para descabellar y enviar así al toro al desolladero. Cambió algo su actuación en el cuarto de la tarde al que quebró en un palmo, citando de frente, y clavando arriba entre la ovación del respetable. Pese a que recibió un recado en forma de aviso, las dos orejas cayeron en el esportón de Diego Ventura.
En la lidia a pie, ni chicha ni limoná en los dos primeros de Domingo Hernández, justos de presentación y con las fuerzas más que escasas. Y eso que Julián López «El Juli» fue premiado con una oreja por el palco que hoy presidía Manuel Gutiérrez, asesorado por Pascual Mezquita. Una oreja de las de regaliz pues ni el público en su mayoría la pidió tras la estocada desprendida y trasera que le propinó el diestro madrileño a «narrador» de Domingo Hernández. Más merecido el premio ante el quinto, un «geniecillo» de Garcigrande, el mejor toro del encierro de esta tarde, con embestida franca, encastada y acudiendo raudo a los cites del diestro. El Juli toreó a placer al de Garcigrande por ambas manos y lo despachó de una estocada trasera, recibiendo las dos orejas en recompensa por su actuación.
José María Manzanares no había podido hilvanar faena ante el primero de su lote, un «olivo» de Domingo Hernández, flojo y de fuerza más que escasa, quedando en un adormecimiento por aquello de esperar algo más. Negado con la espada pinchó en dos ocasiones antes de conseguir una entera con derrame. Quiso Manzanares resarcirse con el sexto de la corrida, al que recibió a pies juntos en unos lances capoteros que preanunciaban un mejor momento y torería indiscutible del alicantino. Las nubes de la tormenta empezaron a cubrir el cielo de la plaza y a descargar la lluvia que hizo moverse a los espectadores buscando refugio enjuto y a salvo, otros colocándose ponchos e impermeables y los previsores que los llevaron abriendo sus paraguas. Lo mejor de Manzanares la gran estocada lograda merced a un volapié antológico que desató la petición del público, concediéndosele las dos orejas del ejemplar.
Terminado el festejo, los tres salieron en andas y volandas por la puerta grande haciendo bueno aquello de «bien está lo que bien acaba«.
FICHA DE LA CORRIDA:
Valladolid, Primera de la feria de San Pedro Regalado. Algo más de media plaza. Sonó el himno nacional tras el paseíllo y actuó de sobresaliente Álvaro de la Calle.
Dos toros para rejones de María Guiomar y cuatro en lidia de a pie de Domingo Hernández para
Diego Ventura, ovación y dos orejas.
El Juli, oreja y dos orejas.
José María Manzanares, Ovación y dos orejas.
Fotos: José FERMÍN Rodríguez
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