El foro taurino de Zamora ha celebrado un homenaje al torero Luis Miguel Villalpando en el hotel AC de la ciudad de doña Urraca, bajo el titulo «La esencia del toreo«, dentro de un acto público al que asistieron, entre otros, el torero madrileño Carlos Escolar «Frascuelo«, el matador zamorano Andrés Vázquez y el novillero de Villamor de los Escuderos Alberto Durán, además de representantes de diversas entidades taurinas, como William Cárdenas y estamentos relacionados con la tauromaquia regional.
El acto estuvo presentado por la periodista Ana Pedrero quien da el título a nuestro artículo en una intervención muy emotiva, sincera, llena de belleza y amor por la fiesta y reconocimiento de los dos personajes que la acompañaron en la mesa del Hotel zamorano.
Creo que lo mejor es reproducir algunas de las palabras surgidas en el salón de actos de dicho establecimiento para distinción del Foro taurino de Zamora, organizador del acto.
«Hay una frontera que separa la realidad de la magia. Un burladero donde se parapeta la vida para que siempre triunfe sobre la muerte. Un ruedo que ya solo existe en el imaginario de los toreros veteranos, en el oro añejo de un maestro, en la plata de ley cosida a la piel». Así abrió plaza Ana Pedrero, emocionando a Luis Miguel Villalpando, quien tan cerca se tiñe de plata y azabache con la mirada oscura el de la cuna del maestro Andrés Vázquez, de suaves lomas de cereal y palomares. Luis Miguel Villalpando, plata de ley, que atesora un torero de oro, visado de vida para aquellos que tuvieron la suerte de llevarlo en su cuadrilla, guardándole las espaldas, como si en esos ojos se resumiesen todos los tiempos, las distancias, las colocaciones, el orden perfecto de la lidia. Y más allá, una lidia difícil, a puerta cerrada, en los despachos, donde ha defendido la dignidad de sus toreros hasta morir en el empeño. Primero Tejela; después Urdiales.
Y arrancó con Carlos Escolar cuando se alzaba por encima de los demás hombres y acariciaba el cielo por la esquina que sólo tocan quienes salen a hombros de las Ventas y Madrid rugía aquel 22 de agosto de 1999. Esa plaza que siempre le espera, en sus luces y sombras y en sus silencios. Una plaza que se deja acariciar por un capote de tercipelo y una muleta poderosa en un romance que pudo truncar aquel de Villagodio en la semana grande de Bilbao en 1977. Aquí está, como un Cristo al que seguimos un puñado de discípulos cada vez que se viste de luces y deja jirones de alma en su toreo hondo, en la majestad de quien sostiene su trono en la memoria de los aficionados más cabales. Torería. Torero de Madrid. Torero de toreros. Frascuelo.
Ana Pedrero, una estupenda aficionada y extraordinaria pluma que escribe exquisita, puso el ruedo zamorano a revientacalderas con su faena que abría plaza y jornada porque dejó hablar al corazón. Y cuando eso sucede, la emoción recorre ánimos y asientos en la concurrencia que aplaude con fuerza, asintiendo y asumiendo sus poéticas palabras.
Después Frascuelo y Luis Miguel desgranaron anécdotas y vivencias de su torería, de su tiempo, de su ayer. Frascuelo, sin prisas, espacioso, tal y como torea, sin alharacas, dejando al toro correr, hasta que llega a su jurisdicción y, parado, da que hablar al tendido en una lidia breve, poderosa y aureada de belleza sin paliativos.
Luis Miguel, explicando por qué cambió el oro por la plata, tras recibir el consejo de su amigo el maestro Andrés Vázquez, y estar curtido en una lucha de tremenda afición y entrega al mundo del toro para siempre.
También el público tuvo su oportunidad de preguntar a los diestros. Y, al acabar el acto, el diputado zamorano y concejal del ayuntamiento de Toro, José Luis Prieto, entregó el diploma de honor a Luis Miguel Villalpando, quedando sellada su extraordinaria labor a la ciudad de Zamora.
Muy felicitado por los presentes, cerró el acto el cuarteto de jóvenes músicos dirigidos por Vicente Urones quien fuera secretario del Foro taurino zamorano, en una interpretación al violín, guitarra y órgano muy taurina y muy aplaudida por el público que llenó el salón hotelero.
Reportaje fotográfico: Arturo Delgado.
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