Bravos y encastados novillos de Buenavista, bien presentados, con cuajo y trapío, los lidiados esta tarde de lluvia y tormenta en la plaza de las Ventas ante algo más de un cuarto de plaza en los tendidos y que en bastantes momentos del festejo los espectadores tuvieron que refugiarse bajo el paraguas, echar mano de los chubasqueros o cobijarse a la abrigada de las gradas y andanadas para no calarse hasta los huesos por el golpe de lluvia caído en el mismo instante de arrancar el paseíllo, desbandada que se produjo de nuevo en el cuarto de la tarde. Para lidiar estos novillos sevillanos de Clotilde Calvo fueron convocados Miguel de Pablo, palmas y saludos recogidos por la cuadrilla; Pablo Santana, silencio en ambos; y Juan Miguel Benito, silencio y vuelta al ruedo.
Empezó mal el festejo al ser devuelto a los corrales el primero de la tarde por flojera ostensible y ser sustituido por un sobrero de Javier Molina, bravo. porque parecía que Miguel de Pablo, el novillero de Colmenar, traía la lluvia que arreció en turbiones en prácticamente toda su faena y que volvería de nuevo en el que le causó la cogida, el cuarto de la tarde, infiriéndole una fea herida en la región del pubis, al menos así nos pareció en la plaza, cuando se quitó la mano y vimos la cornada en la parte superior de la pierna del muchacho. Luego el equipo médico de Las Ventas certificó una » Herida por asta de toro en escroto con una trayectoria ascendente de 15 cm, con orificio de salida en región suprapúbica. Dos heridas incisas en dorso de ambas manos: en la derecha presenta sección de extensor largo del primer dedo; en la izquierda sección del extensor propio del quinto dedo. Firmado: Dr. García Padrós».
Tuvo que ser su compañero Pablo Santana el que despachara en su lugar al cuarto de la tarde.
Juan Miguel Benito, de Colmenar de Oreja, fue quien estuvo más en novillero de la terna, arriesgando en el que cerraba plaza, uno de los novillos más complicados del encierro y estuvo a punto de recibir una oreja por su labor valiente y entregada. No consideró el Presidente había suficiencia de pañuelos en la petición del graderío y en consecuencia hubo de conformarse el madrileño con dar la vuelta al ruedo, eso sí muy aplaudida y reconocida.
Y vamos con el torero de Valladolid, Pablo Santana, que mostró las dos caras en la lidia de su lote. Por un lado, animoso, entregado, valiente, estético y por otro, poco virtuoso, fallando con los aceros y adoptando algunas acciones de desaire, tirando los trastos a la cara del toro en tres ocasiones.
Hay un momento en el quinto de la tarde, un toraco de 522 kilos de peso, bien armado, engatillado, pero noble y bravo, aplaudido con fuerza en el arrastre, en el que Pablo se echó la responsabilidad a la mano de su muleta y enjaretó una serie pujante y poderosa por la derecha, muy jaleada y aplaudida por el público. Con la mano izquierda también dio muestras de trazo elegante en sus pases. Pero con la espada sufrió un quinario y no digamos con el descabello hasta que logró atronar al animal. Aviso y silencio fue lo que recogió en su sembradura, escasa de bagaje y de fortuna, aunque animosa y con ganas de agradar al público.
Hemos visto en Madrid a Pablo, el pupilo del diestro Jorge Manrique, preparado y a la vez verde, como una fruta que muestra por un lado el sentido apetitoso de su carne y por detrás la inmadurez de un oficio bien aprendido pero menos practicado que lo que sería necesario ante los dos utreros de su lote, intranquilo, con poca pausa, acelerado en algunos momentos. Y también haciendo las cosas bien, con estilo y profundidad. Luces y sombras en su toreo, al menos en el desarrollado esta tarde. Su cuadrilla conformada por «Suso»; Mario Campillo y David Picón hicieron cuanto pudieron para ayudar a su torero, sobre todo ante el difícil y peligroso segundo del festejo que se vencía por el pitón izquierdo y con el bravo y noble quinto, un ejemplar de nota de Buenavista.
Madrid es la cátedra del toreo, es la Universidad donde se doctoran los taurinos por sus méritos y allí hay que ir bien preparado, no solo con ilusión sino también con una formación envidiable, amplia, robusta y profesional. No basta solo con querer sino también con poder. Hoy la tarde no ha sido la de Pablo Santana en líneas generales, aunque la alternancia de estupendos muletazos con otros de peor trazo y nivel es algo que puede y de hecho se da en todas las facetas de la vida, no iba a ser solo en la Tauromaquia. Y el entrar a matar, de frente y por derecho, entregándose, es la única pluma que firmará luego los cheques de los toreros. No hay otra verdad en quien quiere ser matador de toros.
Seguramente habrá más oportunidades porque Pablo Santana las tendrá, aunque en esta dura y difícil andadura en la que su padre Fidel está entregado en cuerpo y alma a su causa quien merece también el apoyo y el ánimo, y por supuesto a Pablo, la concesión de una vez más volver a Madrid. ¡Que así sea!.
Fotografías y Galería gráfica: José Fermín Rodríguez.
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